El Mallorca experimenta un corrimiento de propietarios y de abogados, pero no olviden a la reina madre que ha tejido esta operación, el ilustrado y liberal Luis Martí Mingarro. Se entendería que Luis Martí Mingarro comprara la Simfònica, el Museu Mallorca o el Teatre Principal, pero cuesta ver al decano perpetuo de los 50 mil abogados madrileños encariñado con un club de fútbol. En realidad se queda fuera, pero vigilante, en el papel de reina madre que requiere el fútbol para no derrotar hacia la locura. Lástima, porque el titular "El primer presidente académico del Mallorca" hubiera dado juego. El jurista madrileño nacido en Jaén es miembro de número de la Real Academia de Jurisprudencia.

Compra su hermano Javier Martí Mingarro, a quien sus próximos llaman "hurón" por la parquedad expresiva de que ayer hizo gala. Su hermano Luis ha pastoreado la dolorosa gestación. No se integrará en la directiva, no aspira a la presidencia del club una vez que la fase de transición deje a los actuales gestores extramuros de una junta autóctona. El abogado pudo acceder a cualquiera de esos cargos, pero ya antes rehusó un puesto en la directiva del Real Madrid.

El fútbol se resiste a cualquier análisis que no se realice a lomos de una ruleta. Si Luis Martí Mingarro acaba de presidente mallorquinista, o si no cuaja la transición hacia Lafuente López que debe guiar Tomeu Vidal, agárrense. La alteración del guión implicará que el club ha entrado en turbulencias. En un país avanzado, el protagonista de este artículo sería incluso de derechas. En España mantiene la imagen exótica del liberal, que prefiere plantear discusiones a imponer soluciones. Como amante del consenso, confía en la fase de transición del Mallorca. Cuesta seguirle en ese optimismo, los supervivientes profesionales intentarán eternizarse, los males agudos se cronificarán. En algún momento, la propiedad o su partero deberán dar el proverbial puñetazo sobre la mesa. El fútbol sólo se parece a la diplomacia en que ambos acaban ensangrentados.

Desde la otra orilla, los colocadores de obstáculos deberán aprender que el abogado que liberaba a sus colegas de las garras de Pinochet habita en las antípodas del espectral Carlos González. Luis Martí Mingarro no es la esposa de Figo, por suerte para el Mallorca. En el Meliá de Mar de Escarrer, el martes comían Luis Martí Mingarro, Tomeu Vidal y José María Lafuente López –la reina madre y sus dos ejecutivos–, junto con un antiguo propietario del Mallorca que no era Alemany. Ni Grande. Ni Cursach.