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Crítca de cine

¿Qué hacemos con el abuelo?

La perla sobre la edad avanzada es de Sammy Davis jr. "¿Sabes cuándo eres viejo de verdad? Cuando estás en una reunión familiar y uno suelta '¿Qué hacemos con el abuelo?" Este es, traducido al nipón del sigo actual, el cogollo de Verano de una familia en Tokio, segunda entrega de una trilogía con la que Yoji Yamada (86 años) rinde pleitesía a Yasujiro Ozu.

El título y esa pista inicial son los principales ingredientes del guión. Añado apostilla sociocultural: en Japón se fomenta (¿desde hace siglos?) acoger suegro(s) en la vivienda al contraer matrimonio. En la familia de esta película el abuelo ( Hashizume) tiene 77 años, tres hijos y vive con el primogénito; tres generaciones en un chalet de clase media tirando a alta. Cuando la abuela se va de viaje a Escandinavia sus hijos inician una ofensiva para que renuncie a conducir. La primera mitad de la película es una comedia costumbrista amable, al estilo de las de Pepe Isbert, aunque no ligera, ya que toca el nervio apuntado con sorna por Sammy, ¿Cuando comienzan a ser un estorbo los viejos? La segunda mitad pasa al dramedia, mejor dicho, tragicomedia, con la aparición de un antiguo compañero de instituto que vive casi en la indigencia. Ese personaje se convierte en el convidado de piedra que retrata las virtudes, limitaciones y miserias de cada miembro (consanguíneo o político) de la familia. Yamada logra encontrar el punto justo a la historia, conjugando divertidas rencillas familiares, nostalgia y el miedo a la pobreza y la muerte. La guinda es el carisma, la vitalidad contagiosa de Hashizume.

Verano de una familia en Tokio

Japón, 113 min.

****

De Yoji Yamada.

Actores: Isao Hashizume, Kazuko Yoshiyuki, Masahiko Nishimura,

Nenji Kobayashi

Cines: Augusta

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