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Entrevista

Agustín El Casta: "La Navidad es un poco floripondio pero me encanta su fantasía"

"Todavía llevo un niño dentro. Me ayuda a mantenerme vivo. Cuando voy a Disney me doy codazos con los de 8 años por coger sitio", confiesa

Agustín El Casta asegura que "no hay nada más universal que lo cotidiano".

P Le pillo delante la cámara. ¿Con qué fin?

R Estoy rodando un cortometraje con Marcos Cabotá, Glitch, que se emitirá en el espectáculo de Navidad La fiesta en paz, en el Auditorium del 25 de diciembre al 1 de enero. No puedo adelantar nada, pero creo que vamos a sorprender a la gente.

P Marcos Cabotá ya le dirigió en otros cortos como ‘La leyenda de la Bahía’ y en los audiovisuales del especial de Navidad del año pasado.

R Cabotá es muy duro pero con él se trabaja divinamente. Me entiende perfectamente. Él también tiene un punto cómico, irónico. Fue un amigo común el que nos puso en contacto, a través de la radio. Coincidimos en una tertulia, casualidades de la vida, y ahí empezó lo nuestro. Creo que hacemos un buen plantel.

P Usted va camino de convertirse en un clásico de las navidades. ¿Qué le evoca la Navidad?

R Sé que hay mucha gente a la que no le gusta pero a mí la Navidad me encanta. Es un periodo en el que creamos un mundo de magia, de fantasía, un espíritu que la verdad, ya podríamos tener el resto del año. Como decía en espectáculos navideños pasados, “que la luz de la Navidad guíe tus pasos”. No hay nada más bonito que ir a pasear con los niños para ver cómo han quedado las luces de tu ciudad. Siempre he considerado que la Navidad es un poco floripondio, pero tiene que ser así. El hecho de que la gente se reúna y se perdone, ya me basta.

P ¿Se ha emocionado con el anuncio de la Lotería de Navidad que ha dirigido Amenábar?

R Pues no tanto como en años anteriores. Al final sigo sin saber si es la suerte o una extraterrestre. No me queda nada claro.

P Estas fiestas siempre son mágicas para los más pequeños. ¿Qué queda del niño que un día fue?

R Todo él está dentro de mí y espero que esté por mucho tiempo. Creo que nunca deberíamos perder al niño que llevamos dentro. Cuando voy a Disney me doy codazos con los niños de 8 años por coger sitio para mí. Sentirse niño ayuda mucho a mantenerse vivo.

P Advierto cierto malestar en el título de su espectáculo, La fiesta en paz.

R Lo más importante somos nosotros, así que no nos estropeen las fiestas ni los políticos, ni los ideólogos ni los que escriben en los periódicos ni los que hablan por la radio. Tenemos que luchar por nosotros, por nuestras relaciones, no puede ser que haya gente enfadada o que no se vaya a sentar en la misma mesa por el añito que hemos pasado.

P ¿El humor reflota la economía emocional?

R El humor ayuda mucho en una situación a la que hemos llegado por culpa de los intereses de gente que tendría que mirar por nuestro bienestar y no por el suyo propio.

P ¿Cree que la de humorista se está convirtiendo en una profesión de riesgo?

R Los humoristas tenemos un trabajo delicado porque nuestro papel incomoda muchas veces a las elites y al poder. No es que haya unas elites que se mosquean y otras que no, en general el que ocupa el poder no le gusta que le tosan ni se rían de él. Les da igual si te ríes del contrario, pero cuidado con ellos. Se ha visto casos, como el de Dani Mateo, que ha sido muy llamativo, pero muy conveniente, y eso no hay que olvidarlo, el juez lo ha archivado. Nos podemos denunciar las veces que hagan falta pero al final el sentido común es el sentido común y el humor tiene que seguir haciendo su trabajo. A la gente hay que ponerle un espejo delante de la cara para que vea aunque sea a través de la risa todo lo que nos rodea y lo que nos pasa.

P Despedimos a 2017, el año en que bajó el IVA cultural.

R Hemos pasado años imposibles con un IVA tan elevado. En el caso del teatro no es un IVA añadido es un IVA asumido, dinero que no se puede ampliar en una entrada porque sino la gente no iría. Tenemos que esforzarnos para lograr que los teatros se llenen, con programaciones atractivas, y así no estar tan pendientes de los impuestos y más de la recaudación.

P Y damos la bienvenida a 2018, en el que cumplirá 25 años desde que se estrenó en el Café de Cala Gamba.

R Lo llevo divinamente. No te olvides de que llevo un niño dentro todavía. Han sido 25 años mágicos y maravillosos y espero que esto dure mucho más.

P Leo en su página web que “la risa garatiza la felicidad”.

R Una persona que ríe tiene más posibilidades de ser feliz. A veces me cruzo con gente que me dice: “Yo no soy de reír”. Hay que hacer un ejercicio de salud, igual que uno se va a correr también hay que intentar reirse un poco. Si no hay respuesta ante algo cómico, mal vamos.

P Para ir a correr se necesitan unas buenas zapatillas, ejercicios de técnica, una rutina de estiramientos... ¿Qué aconseja para llegar a la carcajada?

R Para reír hay que estar un poco vacío de todo lo que nos causa preocupación y enojo durante el día. Hay que relajarse y dejar que tu mente conecte con lo que estás viendo o escuchando, que fluya libre. Si estamos compungidos fracasaremos. Para tener sentido del humor hay que ser un poco voluntarioso.

P Lorenzo Llamas, Klaus Kartoffel, Antoñito el Corcho... ¿Cómo se convierte en clásico un personaje?

R El público es el que los eleva o el que hace que se acaben apagando. Al menos en mi caso, porque yo trabajo de un manera digamos que de practicidad. Cuando veo que un personaje funciona le doy más salida. Lorenzo Llamas llevo conmigo casi desde mi estreno, unos 23 años. Es un personaje que tiene vida propia. El personaje es él, no yo. Los personajes absorben de ti y tú de ellos. Es un poco esquizofrénico pero los llevas dentro a todos. Todos son hijos míos.

P ¿Los extranjeros entienden nuestro humor?

R La manera de ser del mallorquín, tan atractiva y surrealista, les encandila. Mi humor, al margen de tener barnices de mallorquinidad, es universal. Yo hago humor de lo cotidiano, y no hay nada más universal que lo cotidiano.

P ¿Qué le preocupa como mallorquín?

R Que nuestra convivencia se vea afectada por culpa de ideologías e intereses, que la armonía se nos vaya de las manos. También me preocupan otras muchas cosas a nivel ecológico, social, trato con los animales, pobreza, exclusión... Problemas que se pueden solucionar con voluntad.

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