No falta mucho para que la conselleria de Cultura presente algunas de las actuaciones que apuntalarán el proceso participativo que -supuestamente- otorgará legitimidad al Pla de Cultura. Para no caer en equívocos, lo que se presentará -próximamente, Fanny Tur dixit- no son las mesas de trabajo del Plan, aquellas formadas por profesionales o personas vinculadas al sector cultural, sino los medios y actuaciones concretas para implicar a la ciudadanía y supongo que también algunas propuestas sobre nuevas formas de gobernanza más participativa aplicables a cultura y transversalmente a otras áreas. Hay expectación porque está Berta Sureda como mente pensante, la gestora cultural que Ada Colau escogió para reorientar las políticas culturales de Barcelona, pero también un poco de agotamiento ante la falta de resultados, la dilación de todo lo relacionado con el Plan y el exceso de retórica y mal empleo y praxis durante toda la legislatura de la malograda palabra "participación". Me tranquiliza que Sureda haya podido conocer bastante de cerca la situación de la Fundació Palma Espai d´Art -abanderada de la participación, según Carrió and co- al haber sido jurado de los dos concursos convocados en este mandato para la dirección del Solleric y agregados. Y espero que también conozca los procesos de votaciones populares online con los que ha ido haciendo aguas la concejalía de Eva Frade. Si lo que proponen Tur/Sureda con respecto a la ciudadanía no parte de un planteamiento radical, en el sentido de que vaya directo a la raíz de la cuestión, obviando procesos intermedios o simulacros, estaríamos en un escenario de "más de lo mismo". Y eso no nos lo podemos permitir. Por mucho que el equipo de Cultura de la ibicenca cuente con una ventaja: la caída en desgracia de los que la precedieron.
