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Entrevista

Àngels Gonyalons: "Actuar con la Simfònica es algo muy goloso para una actriz y cantante"

"Nunca he tenido la oportunidad de cantar y formar parte de un equipo de 80 músicos, y eso me cautivó cuando me propusieron este proyecto", confiesa

La actriz y cantante Àngels Gonyalons, ayer en Palma. b. ramon

¿Cómo le llegó este proyecto y qué le engachó a él?

Fue a través de la Simfònica. La idea de un concierto-espectáculo de musicales fue lo que me atrapó del proyecto. Pensaron que yo era la persona idónea, por mi carrera de musicales, muy extensa, y por mi condición de menorquina, aunque nacida en Barcelona. Cantar con la Simfònica -reforzada con el pianista Gustavo Llull y el guitarrista Guillem Fullana- es algo muy goloso para una actriz y cantante. Nunca he tenido la oportunidad de cantar y formar parte de un equipo de 80 músicos, y eso me cautivó a la primera.

¿Qué se buscó a la hora de seleccionar el programa?

Canciones que la gente pueda reconocer de alguna manera pero que tampoco sean los topicazos de siempre, y sobre todo que yo pueda interpretar. Yo soy actriz y necesito explicar historias. Por eso hemos cogido títulos de grandes maestros, grandes compositores del musical como Stephen Sondheim (The Story of Lucy and Jessy, Send in the Clowns, Old friends) o Andrew Lloyd Webber ( Evita, Memory), y los personajes que los defienden.

Un programa no exento de sorpresas, como la que sirve Vinicius de Moraes y su Poema de l'amic (Sonnet of the friend)

Como tenía libertad para escoger recurrí a Vinicius de Moraes, un hombre prolífico: poeta, autor, compositor... Lo que quería es poder compartir con el público un poema suyo. Vinicius de Moraes solo compuso un musical, Orfeo negro, pero no lo vamos a interpretar. Los musicales que conocemos todos son los anglosajones, que son los que nutren el programa aunque hay algunos temas que se salen de ese patrón, como este poema que habla de la amistad, Sonnet of the friend, que he adaptado y traducido al catalán. Me parece tan sencillo y sublime a la vez que pensé que tenía que ponerlo y hacerlo. Para mí lo sublime es cuando consigues explicar cosas desde la sencillez. También hay otro tema de Charles Aznavour precioso, Dolç amor (Quiet Love), que habla de cómo una mujer intenta comunicarse con el hombre al que ama.

Que nadie espere un espectáculo convencional.

No será un recital al uso, no quiero que sea convencional, hablaré con el público, bajaré y estaré entre los espectadores. He pedido a la Simfònica unos guiños porque quiero que nos riamos y nos lo pasemos bien, como en un recreo. La dinámica habitual de los músicos de la Simfònica es la música clásica, por eso quiero destensar.

¿Cómo ha visto a los músicos en los primeros ensayos?

Tienen ganas. Son pequeñas pinceladas de estar distendidos. Me gustaría que este recital-espectáculo fuera como un grupo de amigos que se encuentran y están en contacto con el público todo el rato. Al público le situaré en momentos históricos donde los hits salían de los musicales, no como ahora que surgen de la radio. Hasta nuestros días han llegado standars de jazz que no sabemos que nacen de los musicales, como Someone to watch over me y muchos otros.

¿Hay vida más allá de los musicales anglosajones?

Sí, hay mucha riqueza pero nosotros identificamos ya desde hace muchos años el musical con el mundo anglosajón porque ellos crearon algo concreto que se ha apropiado de este nombre. Probablemente el musical español sea la zarzuela; el francés, las operetas de Offenbach; y el alemán, Kurt Weill, de quien beben los musicales de John Kander, como Chicago o Cabaret.

¿En su interacción con el público palmesano habrá espacio para la improvisación?

Yo dejo margen, me gusta. Por supuesto que he escrito un guion, hay una estructura y sé de lo que voy a hablar pero depende de cómo esté el público uno se suelta de un modo u otro, y eso siempre me gusta..

"No comparto la demagogia que se usa para defender que es democrático no escuchar a un millón de personas"

¿El teatro musical continúa gozando de buena salud?

Yo creo que sí. En España el musical ha sido intermitente. Si hablamos de Barcelona y Madrid ha habido intermitencias, de repente un boom con un musical que funciona y todos a producir musicales, y luego, la escena se apaga. Y otra vez igual. Pero desde hace un tiempo y quizá con la entrada de multinacionales como Stage se ha mantenido en la cartelera, y esto es saludable. Como también sería saludable que no siempre sea la franquicia o el gran musical, sino que haya musicales de pequeño y mediano formato, el de creación propia y el comprado al mundo anglosajón. Se está caminando en esa dirección.

¿Por qué eligió Menorca, donde reside desde hace quince años?

Mi abuelo era de Maó y mis padres ejercían de profesores en Menorca, con lo que yo, de joven, gozaba de vacaciones durante dos meses largos en Alaior. Imagínate, una niña criada en el Ensanche de Barcelona, en el centro, en un piso... Desde los 11 años me propuse que un día acabaría viendo en Menorca, con casa propia. Y eso llegó antes de lo que esperaba. Hacia los 38 años tuve una catarsis. Yo empecé a trabajar en un mundo de adultos a los 17 años. Y a los 38 hice... buff. Tuve una década de mucha popularidad hasta que de repeten necesité distanciarme, coger perspectiva para saber lo que tenía que hacer con mi vida. Y me marché a Menorca para instalar mi cuartel general. Psicológicamente resultó mucho más saludable para mí.

¿Cómo se sobrevive a la popularidad sin caer en la locura?

Yo creo que caí en parte en la locura. Era muy inmadura. Fui una adolescente hasta los 30, cuando hice un click. Empecé en un mundo de adultos demasiado joven. Era mona, tenía éxito, gustaba lo que hacía, se me valoraba. Creo que tuve una muy buena educación hasta los 17 años y esa formación -mi padre era filósofo- estaba latente.

¿Qué opinión le merece el proceso soberanista en Cataluña

Es difícil hablar de política y de temas con los que la gente está en carne viva porque tienes que contar con el que te está escuchando, que esté en tu propio nivel, dispuesto a respetar tu opinión y a que te escuche. A mí no me van ni los imperialismos ni los colonialismos ni las imposiciones. Me gusta escuchar, respetar, y pido lo mismo. No pido que se me entienda, pido respeto. Pero hay una cosa que sí tengo muy clara: no estoy de acuerdo en la demagogia que se utiliza para defender que es democrática no escuchar a más de un millón de personas. Me da igual si ese millón pide la independencia o son maestros con una camiseta verde, hay que escuchar y dialogar.

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