-¿Cuánto tiempo lleva investigando sobre los conventos de Palma?
-Cerca de cuatro años y medio. Era un tema pendiente de investigar. Se hablaba de ello en otros lugares por la crisis que estaban padeciendo los conventos, pero en Palma apenas ha comenzado el debate. En la tesis, me he centrado bastante en esa crisis que afecta a estos espacios conventuales. Los edificios están sufriendo un gran deterioro. También hay un capítulo dedicado a cuestiones más generales en relación con la gestión del patrimonio religioso y otro centrado en Palma como ciudad conventual. El último capítulo es más actual porque se centra en analizar cuál es su gestión actual. También me baso en experiencias de otros lugares y cómo han afrontado la amenaza de cierre de los conventos.
-¿Cuántos conventos quedan en Palma?
-De clausura, cuatro: Santa Clara, Santa Magdalena, Santa Teresa y la Purísima Concepción (conocido como las antiguas Capuchinas). En el estudio me he centrado en estos cuatro y en dos más, el de La Concepción, que fue de clausura hasta hace pocos años, y el de Sant Jeroni, que cuando comencé el estudio aún estaba activo y vivo.
-¿Quién ostenta la propiedad de estos conventos?
-En teoría los conventos son de las órdenes religiosas. En el de Sant Jeroni así es el caso, creo. De todos modos, la dirección general que gestiona Patrimonio debe saber exactamente a quién pertenece.
-¿Hay alternativas para conservar estos espacios?
-Sí. De hecho recientemente Amadip ha hecho una propuesta para el de Sant Jeroni. Es una vía que en otros lugares ha tenido éxito. Andalucía es pionera en este sentido. Allí hay muchos conventos de clausura, solo en la ciudad de Sevilla hay 17. La mayoría han pasado por esta situación de crisis y han acabado poniendo en marcha programas de apertura al público de diferente intensidad que no entorpecen la vida normal y cotidianidad de la orden. “El mayor porcentaje de conventos sin orden que funcionan con éxito son museos o centros o sociales”
-¿Qué le parece el proyecto de Amadip?
-Es una solución posible. Amadip propone el realojo de las religiosas en el convento y la continuación de la actividad eclesiástica. Además, la propuesta es crear un centro cultural que contaría con hospedería, restaurante y museo. La recuperación de los huertos del monasterio también está prevista. Y se contaría con una plantilla integrada por personas con discapacidad intelectual. Proyectos similares han funcionado en otros conventos. Lo que está claro es que hay que buscar soluciones. No se puede echar la llave y ya está. La prioridad es que las religiosas sigan con su vida. Pero hay que buscar una solución para que el convento funcione. Se pueden establecer diferentes grados de apertura, según lo que demande tanto el edificio como la comunidad. Se pueden abrir sólo los claustros o los jardines, que serían como pequeños pulmones verdes en una ciudad [Palma] con cada vez menos espacio público y más terrazas. Se puede cobrar una entrada. A veces sólo se pide la voluntad o se ponen dulces a la venta.
-¿Qué opinan las monjas de todos estos cambios?
-Una buena parte de la tesis se basa en entrevistas a las religiosas. En realidad, saben muy poco acerca de lo que se podría hacer para que los conventos funcionen mejor y no tengan que cerrarse. Hay asociaciones que incluso dan apoyo a los conventos en crisis. Pero muchas de ellas no saben ni siquiera de su existencia.
-¿Pudo entrar en todos los conventos de clausura de Palma?
-No pude entrar en los que tenían una clausura más estricta. No hay posibilidad de saber en qué condiciones están. En Patrimonio también han tenido dificultad para acceder a ellos. Estos espacios no sólo tienen una amplia relación de bienes muebles, sino que también están los jardines y huertos, grandes espacios verdes de la ciudad que ocupan una amplia superficie de suelo no construido. Es una parte que está bastante abandonada porque las monjas son muy mayores. Algunos tienen gente externa para que les ayuden con esta tarea, como es el caso de Santa Clara.
-¿Cuál debería ser el papel de la Administración en esta crisis?
-A nivel Administración sería positivo proteger el sistema conventual de manera conjunta. Eso aumentaría el grado de protección individual de cada convento (actualmente están declarados BIC) e incluso facilitaría que se pudiera trabajar en red. Es decir, sería interesante darle una protección mayor al sistema conventual y que ellas pudieran trabajar juntas. De todos modos, mantener estos conventos es una labor que se debe llevar a cabo entre la administración e incluso con algún porcentaje de participación de empresas privadas que puedan estar interesadas.
-¿Se conoce exactamente cuál es el patrimonio mueble de los conventos y su valor?
-Existen inventarios elaborados por Patrimonio, inventarios recogidos en los expedientes para las declaraciones BIC de cada convento. La mayoría de bienes están inventariados. Lo que resulta complicado, por la clausura, es hacer un seguimiento de su conservación. Pero en general se puede decir que es un patrimonio que está bastante bien conservado.
-¿El mayor peligro de estos conventos es que se conviertan en hoteles boutique?
-El mayor peligro es que se cierren y que no tengan una función. Supongo, que la hotelera no es la más adecuada. No obstante, hay muchos que ya son hoteles urbanos. Muchos de los que se han quedado vacíos se han convertido en hoteles, pero también en centros asistenciales y sociales que se integran e implican en el barrio donde están ubicados. Otros se han musealizado o convertido en centros de interpretación, que es, en parte, lo que propone Amadip para Sant Jeroni. De los que no tienen orden, el mayor porcentaje de éxito lo tienen los centros musealizados o sociales. Un pequeño porcentaje son hoteles. A veces solo se sacrifica una parte, es decir, las monjas ocupan parte del convento y en otras se pueden establecer otras funciones: hospedería externa, restaurante de cocina conventual, tienda de productos conventuales, espacios expositivos, etc. Estos servicios pueden ser desempeñados por las monjas o bien pueden contratarse servicios externos.
“Los jardines de estos lugares serían pulmoncitos para Palma, ciudad con cada vez menos espacio público
-¿Qué opinión tiene la Iglesia sobre la transformación de los conventos en hoteles?
-El Vaticano actualmente se ha posicionado en contra de que se conviertan en hoteles. El Papa ha dicho que debe hacerse lo posible para que los conventos no cierren y que las religiosas colaboren con los laicos y se actualicen para que se mantengan abiertos y funcionando.
-¿Qué otros proyectos que han salvado conventos conoce?
-En realidad hay muchos y de diverso tipo. Particularmente conozco bien el caso de un monasterio gallego, el cisterciense de Santa María da Armenteira en Galicia. Aunque no es un monasterio propiamente urbano sí se ha encontrado en una situación crítica a la que las monjas han hecho frente con la puesta en práctica de iniciativas novedosas y atractivas para un cierto público. Cultivan huertos ecológicos y fabrican jabones también ecológicos. Sus productos artesanales los venden en el recinto pero también por internet, e incluso han puesto en marcha un proyecto de colaboración entre las comunidades del Císter para darlos a conocer y comercializarlos, elaborando un catálogo en donde se recogen los productos por especialidades. También animan al público a que escuchen sus cantos en la iglesia, organizan rutas con una empresa externa, atienden una pequeña hospedería, etc.
-¿Les falta actualización a los conventos de Palma?
-Sí. Basta ver las webs de los conventos, en las que, salvo el convento de Santa Magdalena, ni siquiera hacen propaganda de los productos que elaboran. Aquí sólo se funciona con el boca a boca. Se necesita una labor de actualización importante y usar las nuevas herramientas.
