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Entrevista

Rosario Amengual: "Formar parte de un grupo humano tan estupendo es un privilegio"

"La época Moreno es diferente a la de Julià. Siempre tenemos prisa, una locura maravillosa"

La soprano Rosario Amengual, durante una de sus actuaciones.

-¿Cómo se introdujo en el mundo de la música?

-Digamos que de muy pequeña ya se me notaba la voz. Con 7 u 8 años me subieron a un escenario vestida de catalana a cantar una sardana.

-¿Había en su familia antecedentes musicales?

-Sí, mi padre fue blavet de Lluc, y a mi abuelo querían enviarlo a cantar a Montserrat, pero su madre no lo quiso porque era hijo único, y hemos de tener en cuenta que en aquel entonces Montserrat era como ahora la Luna; estamos hablando del siglo XIX.

-¿Cómo era la escena musical en la Mallorca de la década de 1960?

-Por lo que respecta a la música coral, casi era un desierto. En aquel momento había una coral en Sóller y creo que poco más. Hacía poco tiempo que se había clausurado la Capella Clàssica.

-¿Cómo entró en la Capella?

-Era alumna de canto de Dolores Vercher, y Bernat Julià, cuando se planteó fundar la Capella Mallorquina, buscó en los centros donde sabía que podía encontrar voces, o sea, en una escuela de canto.

-¿Qué le enseñó Julià?

-Tenacidad, disciplina, amor a la música, dedicación. En aquel momento yo era una alumna, estudiaba. A partir de entonces empecé a practicar, a leer partituras a primera vista, a adaptarme al compás del director, a escuchar a la vecina, o sea la disciplina de la coral. Y a lo largo de los 33 años que fue mi director me enseñó muchas cosas más, como persona y como músico.

-¿Qué recuerdos guarda del estreno de la Capella en la Capilla de Santa Ana de la Almudaina?

-Fue maravilloso, casi me atrevería a decir que fue un acontecimiento social. Allí estaban los críticos de todos los periódicos, había mucha gente, yo diría que todas las personas interesadas en la esfera musical. Bernat Julià estaba muy contento, nos felicitó a todos. La primera pieza que cantó la Capella Mallorquina fue el Ave María de Tomás Luis de Vitoria. Como es sabido la empieza una soprano, esta soprano fui yo y Julià me dijo que lo había hecho muy bien. A partir de este día no había fiesta importante o boda de categoría en donde no estuviera la Capella Mallorquina.

-¿Qué siente al ser la cantante más veterana de esta formación?

-Me siento privilegiada por haber podido participar en un proyecto tan hermoso y haber formado parte de un grupo humano tan estupendo. Llegamos a formar una verdadera familia.

-¿Cuál es la principal virtud del sucesor de Julià y actual director, José María Moreno?

-José María Moreno es mucho más joven que Bernat Julià y eso imprime un dinamismo muy especial. Digamos que la época de Julià fue tranquila, pausada, a pesar de que se hicieron muchas cosas importantes. La época Moreno es diferente, siempre tenemos prisa, siempre corremos, a veces es una locura, una locura maravillosa que se traduce en éxito.

-¿Cuál ha sido la principal aportación de la Capella a la escena musical en estos 50 años?

-En un principio vino a llenar el tremendo vacío coral que existía. La Capella participaba en todos los eventos importantes. Quizá también, y sin proponérselo, creó un poco de escuela. En los conciertos de Sant Antoniet siempre había muchísima gente y muchos eran estudiantes con los libros bajo el brazo. Seguramente fueron un acierto estos conciertos en la calle de Sant Miquel, lugar de tránsito de tanta gente, siempre se llenaba, era gratis y había uno cada mes.

-¿Qué conciertos conserva en su memoria como imborrables?

-Los conciertos que se hacían en el extranjero casi siempre estaban organizados por las respectivas embajadas. El éxito dependía en parte del empeño que ponía la embajada y de la propaganda que había hecho. Uno de los que recuerdo con más cariño fue el de Pekín. Mandaron un par de fotógrafos al camerino para ver cómo nos preparábamos. El teatro, grande, se llenó y fue un gran éxito. También tengo un recuerdo muy agradable de las seis misiones que visitamos en Califormia y dimos concierto en cada una de ellas. El sitio, el ambiente y el público fue muy especial. También recuerdo una actuación muy especial de la época Moreno, en Berlín, con una gran orquesta, buenos solistas, Roberto Alagna de tenor, una lluvia incesante y el público que decía "coro, coro, coro". Maravilloso.

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