Pedro Serra desnuda un museo para vestir otro. Can Prunera se nutre de las 93 obras valoradas en 2,7 millones de euros que el socio privado retiró de Es Baluard entre la semana pasada y ésta. Detrás de ambos museos está el editor, que preside tanto la Fundació d´Art Serra como la del Tren de l´Art, entidades presentes en los patronatos del centro de arte contemporáneo y modernista respectivamente.

Retrato de una mujer de Edvard Munch, una acuarela de Emile Nolde, Capilla del convento de Saint Denis de Manuel Utrillo, un desnudo de Penck, La copa de agua de Jean Dubuffet, Flores sobre fondo negro de Raoul Duffy o Fragmento de Luna de Fernand Leger son algunas de las piezas que Serra cedió por cuatro años a Es Baluard y que ya están en las paredes del casal, que se inaugurará el próximo día 24 a las 20 horas.

El distanciamiento que el editor siente hacia la actual línea de actuación del centro de Palma es la razón por la que sacó las obras del museo de arte contemporáneo, que desde que se inauguró ha supuesto un dispendio público de 32 millones. Serra no estaba de acuerdo con que no se mostrara toda la colección, como es habitual en muchos museos. Y ahora se ha llevado su parte al casal de Sóller, del que también es socio privado, perjudicando a Es Baluard.

En cuanto a la reforma, los operarios trabajan estos días a destajo para concluir los últimos detalles. Todo para que el próximo lunes la alfombra roja se extienda en la puerta de Can Prunera.

Esta casa, situada en plena calle de la Luna, en el centro de Sóller, ha sido objeto de una minuciosa restauración que se ha prolongado durante los dos últimos años, lo que ha supuesto una inversión de más de dos millones de euros para la Fundació Tren de l´Art, entidad ligada al Ferrocarril de Sóller.

Un museo

El resultado final de la obra permitirá al futuro visitante conocer cómo era la casa cuando fue inaugurada por Joan Magraner Prunera, el empresario solleric ligado al comercio de naranjas que mandó construir la casa en 1909.

El presidente del Ferrocarril de Sóller, Óscar Mayol, explicó que el museo se dividirá en cuatro escenarios totalmente diferentes. Respetando sus elementos arquitectónicos, el sótano de la casa ha sido reconvertido en una sala de exposiciones temporales que acogerán muestras de pintura y arte de todos los tiempos. Para la inauguración del museo se han escogido obras de Aina Pastor y Camilla Huisgen.

Una vez que se sube la escalera y se sitúa en la planta baja de la casa, el ambiente con el que se encuentra el visitante es totalmente diferente. El museo echa la vista atrás para mostrar tal y como era la casa a principios del siglo pasado. Para ello se han restaurado suelos, estucos, paredes y techos para dejarlos en su estado original. El mobiliario de la casa ha sido restaurado por completo y en las sucesivas dependencias de la planta baja y el primer piso se pueden contemplar minuciosos detalles de cómo fueron los comienzos de Can Prunera. Las únicas novedades que ofrecen estas salas es que han sido guarnecidas con obras de Mir, Santiago Rusiñol, Sureda y Pizá, comenta Dolores Durán, comisaria de la exposición. Dos habitaciones de la casa acogen una exposición de muñecas antiguas.

Subiendo peldaño a peldaño la escalera de caracol se llega a los porches de la casa, un desván que ha cambiado su finalidad de trastero para convertirse en sala de exposiciones permanente. La colección de arte de Pedro Serra ambienta el muestrario que bajo el título 101 maestros del arte contemporáneo recoge una amplia selección de obras pictóricas que van desde el modernismo hasta la actualidad atendiendo sobre todo a los artistas mallorquines.

Así podrán contemplarse obras de Joaquín Torres, Zabaleta, Diego Rivera, Mir, Utrillo, Juan Gris, Dubuffet, Leger, Picasso, Emil Nolde, Munch, Chillida, Calatrava o Rebeca Horn, entre muchos otros.

La visita a Can Prunera se completará con un recorrido por su jardín. Este espacio abierto ha sido reformado para que a partir de ahora pueda acoger actividades culturales de todo tipo.