Reconoció Ester Busquets, investigadora del Institut Borja de Bioètica y profesora de la Universitat de Vic, que "esto del final de la vida es poco tentador". Con todo, las preguntas sobre ese punto –y aparte para unos, de inflexión para otros– se repiten desde que el hombre es hombre, con lo que se animó a dictar anoche, en la Cambra de Comerç, la conferencia del Club DIARIO de MALLORCA La atención humanizada al final de la vida.

"Somos seres mortales, finitos, eso es universal, pero no todos morimos igual", apuntó la especialista en filosofía. Introducida por Andreu Canyellas, presidente de la Asociación de Voluntarios de Cuidados Paliativos de las Islas Baleares - DIME, así como por el oncólogo Enric Benito, dibujó primero las que considera claves básicas de la muerte: conciencia, soledad e inevitabilidad.

Al hilo de la última, mostró sus reservas respecto a un mundo "extremadamente tecnológico": "Un día curaremos las enfermedades que hoy nos matan, pero saldrán otras, porque somos mortales", apostilló Busquets. Por eso, apoya el informe del Hastings Center, que se postula a favor de una ciencia moderada y prudente. "La medicina debe buscar el progreso, pero sin dejarse embaucar por él ni perder de vista que la condición humana es mortal".

El aspecto solitario la llevó a abordar el tema de los cuidados paliativos, "una apuesta brillante y genial por humanizar la atención al final de la vida", consistente en "tratar como anfitriones a las personas que viajan hacia la muerte". No se trata, aclaró, de "prolongar ni acelerar la muerte", sino de ofrecer un "cuidado global y activo" que haga el trayecto "lo más agradable posible" para aquellas personas a las que "la gran tecnología ya no sirve para nada".

En su discurso, salpicado de citas y anécdotas, esbozó otra terna –angustia, esperanza, resignación–?para esquematizar las principales actitudes frente a la muerte. "La resignación está muy generalizada actualmente", señaló Busquets, quien cree, con Séneca, que "la vida es suficientemente larga si se emplea adecuadamente", y que "pensar en la muerte, y asumir cada día como el último, nos puede ayudar a vivir mejor".

Su última parada fue la de los valores. Entre ellos, destacó la paciencia; la compasión, "una palabra desgastada" que, dijo, necesita un lavado par que vuelva a entenderse como un sufrimiento compartido, y no como lástima o un sentimiento de superioridad; y el respeto a la autonomía de la persona. Y eso requiere, cuando no pueda manifestarla por sí misma ni haya testamento vital de por medio, "hacerlo de acuerdo con los valores que orientaron su vida". Importante, para no equivocarse, afrontar un diálogo a tiempo.

En la charla con el público se abordó también la necesidad de comunicar al paciente su situación. "Hay que decir la verdad si la persona quiere saberla", sostuvo la filósofa, consciente de que no siempre quien pregunta quiere escucharla. Canyellas, por su parte, defendió el derecho "al conocimiento y a la ignorancia", y Benito matizó que, como "nadie se muere sin saber que está muriendo, si le hemos engañado durante todo el proceso, en ese momento estará muy solo". Por eso apostó por abrir el diálogo con el afectado cuando pregunta si va a morir, sin "escupir la verdad" sin más. "No hay un protocolo, es un arte", admitió.