Antisocial y tempestuoso, con tendencia a la manipulación, a la ocultación y a presentar una imagen de sí mismo desfigurada hacia lo favorable. Pero también frío, con indiferencia afectiva y con desprecio a las consecuencia de sus actos sobre los demás. Es el resumen de la personalidad que dibujan los psiquiatras forenses tras mantener cuatro entrevistas con Jorge Ignacio P. J. el presunto autor de los asesinatos consumados de Marta Calvo, Arliene Ramos y Lady Marcela Vargas y de los intentados de otras ocho mujeres.

Y no solo eso. Los dos psiquiatras del Instituto de Medicina Legal (IML) de València que lo han explorado, Santiago Rincón y Juan Carlos Cauto, coinciden de manera tajante en que no sufre "alteraciones psicopatológicas ni síntomas de enfermedad o deficiencia mental", ni durante las entrevistas, realizadas cuando ya estaba en prisión, ni a lo largo de su vida. En pocas palabras, es consciente de lo que hace y cómo lo hace, por lo que es perfectamente imputable.

Tampoco podrá esgrimir su defensa su supuesto consumo abusivo de la cocaína como circunstancia atenuante de sus actos, ya que todos los estudios, análisis e informes médicos que se le han practicado, a partir de cabellos, orina y sangre, descartan presencia de organismo en su organismo al menos desde julio de 2019, esto es, cuatro meses antes del asesinato de Marta, perpetrado al alba del 7 de noviembre de ese año. Varios de los asesinatos intentados que se le atribuyen a partir del testimonio de esas ocho mujeres supervivientes también se produjeron en esas fechas, así que tampoco le valdrá como excusa.

Por lo que se refiere al periodo anterior a ese julio de 2019, los análisis hablan de un consumo de cocaína "mera mente recreativo", alejado de la pauta que él cuenta de varios gramos al día. Así, los psiquiatras ponen de relieve esa "contradicción" que demuestra que miente.

Sometido a tres pruebas psicométricas para valorar su personalidad y estado mental, los resultados son claros: es "tempestuoso, antisocial, histriónico y compulsivo". "En definitiva", afirman, "se objetiva la tendencia a presentar una imagen de sí mismo muy favorable, evitando u ocultando aspectos que considera negativos o problemáticos. Es probable la exageración y disimulación de ciertos síntomas. Los resultados, por tanto, son compatibles con rasgos de personalidad dentro del espectro tempestuoso y antisocial. [...] En un nivel de disfunción moderado, las relaciones interpersonales pueden verse afectadas por resultar irritantes y entrometidos y hasta temerarios y erráticos". 

Consideran que "los rasgos antisociales se caracterizan por un patrón prolongado de manipulación y desprecio por las consecuencias de los propios actos en relación con conductas de desprecio o negligencia hacia los otros, tienden a la racionalización y justificación de sus actos, presentando dificultades en su capacidad para empatizar, siendo sus relaciones mediatizadas por sus propios deseos e intenciones, y por tanto instrumentales. Asimismo, se caracterizan por la indiferencia afectiva y frialdad emocional".

El improbable fallo de memoria

Otro hallazgo que Rincón y Cauto destacan en sus conclusiones tiene que ver con cómo y qué cuenta a la hora de relatarles el supuesto descuartizamiento del cadáver de Marta, acción que la Guardia Civil considera una mentira para no revelar dónde se deshizo del cuerpo. Así, los psiquiatras destacan "la contradicción que se aprecia entre la declaración inicial ante la Guardia Civil y lo relatado en las entrevistas a los exploradores [a la Guardia Civil le dijo varias veces que había comenzado por la pierna derecha y a los psiquiatras, pese a repreguntarle en distintos momentos, que fue la pierna izquierda; los médicos dudan de la veracidad porque consideran que una acción tan extrema fija los detalles a fuego en la memoria, luego no cabe la equivocación]. Y finalizan resaltando que les "llama igualmente la atención la frialdad afectiva con la que describe el proceso".

La madre, "un ángel sin alas", y la hija de 14 años a la que no ve

El presunto asesino en serie hace un relato dulcificado de su familia y de sus relaciones de pareja. De su madre, una figura central en su vida, dice que "es un ángel sin alas"; se percibe una adoración absoluta. De su padre, que "es buena persona" y que "le ha enseñado valores". También habla de su "hermana de sangre" y de una "hermanastra". A preguntas de los psiquiatras, enumera sus relaciones de pareja. Describe de manera peculiar su paternidad: "En un viaje rápido a Colombia en 2007 tiene una aventura con una chica. Fruto de la misma tiene una hija de 14 años que vive con la madre" a la que únicamente ha visto "cuatro o cinco veces en su vida". Dice que tardó cuatro años en saber de la existencia de la niña y que exigió una prueba de paternidad, tras lo cual, la reconoció.