Según un informe reciente del Banco de España, el volumen de activos que mueven las criptomonedas en el país asciende en la actualidad a unos 60.000 millones de euros, un 2’7% de todos los activos financieros. Y hay un 12% de ciudadanos que poseen criptoactivos. En poco más de diez años, este producto de inversión, a partir de la tecnología blockchain (base de datos que permite transacciones no centralizadas y seguras, sin intermediarios), ha causado furor y ha sido, al mismo tiempo, denostado a partes iguales, por la fragilidad y la opacidad de la fluctuación de su valor. Al mismo tiempo que hay quien la percibe prácticamente como una práctica esotérica, se le da una promoción pública visible, a través de publicidad o de personajes relevantes que dan apoyo a estos mecanismos, como por ejemplo Elon Musk.