A puñetazo limpio, un grupo se enfrenta en una gasolinera. Quienes venían a llenar el depósito terminan enzarzados en el suelo. Es el resultado de la enorme crispación que estos días vive Reino Unido. Largas colas colapsan los accesos a las estaciones de servicio. Los conductores se agolpan por miedo a quedarse sin combustible. Un bien que ahora mismo escasea y que, en muchos establecimientos, comienzan a racionar. La petrolera BP ha cerrado casi un centenar de estaciones. La gasolina no llega porque faltan camioneros que la transporten. El Brexit endureció las medidas para los extranjeros y ahora se han quedado sin miles de conductores. Los transportistas hacen frente ahora a un vacío difícil de llenar. Ante el pánico, el gobierno ha dado luz verde a 5.000 visas temporales de trabajo. Pero no es suficiente. Se necesitan unas 100.000, veinte veces más, para rescatar a un sector en crisis.