La exposición deja constancia de la relación de amistad y admiración mutua entre Catany y Barceló a través de los retratos que Catany hizo en los años 80 de Miquel Barceló y sus extensiones (sus cuadros, sus estudios, los enseres de pintura), las cerámicas de Barceló y las fotografías que Catany hizo de estas cerámicas entre diciembre de 2010 y enero de 2011.