Las vacunas contra el coronavirus ensayadas ahora sobre la población han sido inocuas y efectivas. Sin embargo, las dosis inyectadas a consejeros autonómicos, alcaldes, obispos, generales y demás altos cargos han cursado con severos efectos secundarios, que castigan selectivamente a quienes se saltaron la cola de la vacunación para apropiarse indebidamente del fármaco.