Todos sabemos los efectos del abandono en los animales a nivel externo o visible para nosotros. Es decir, sabemos que los animales aparecen en estados agudos de desnutrición, la mayoría contraen enfermedades (algunas graves), están plagados de parásitos y que su cuerpecito tarda tiempo en recuperarse, en el caso de los que sobreviven. Pero a continuación vamos a explicar cómo afecta a los animales que son abandonados a nivel psicólogico y emocional.

Para ello, lo primero que debemos tener en cuenta es que dicho abandono es ejercido por los humanos a los que ellos han querido y aceptado incondicionalmente, a pesar de que muchas veces les han maltratado. Por este motivo, el impacto a nivel emocional es absolutamente devastador para ellos. Los animales tienen la maravillosa capacidad de establecer vínculos fuertes y sanos con la persona de la que dependen. Cuando esta persona les deja tirados en la calle o en una perrera, el animal sufre de manera intensa al no entender lo que está sucediendo y sentir en lo más profundo de su ser, que lo que hasta ese momento era lo más importante para él se ha roto.

Esa unión tan especial que los que compartimos nuestra vida con animales conocemos y sabemos que es mágica por su pureza, se daña generando un dolor insoportable en el corazón de quien lo sufre. Entonces es cuando empiezan a presentar síntomas o señales de esta terrible sensación en forma de comportamientos, como por ejemplo el pánico fruto de la desconfianza generada por la traición de quien hasta ahora les cuidaba. La sensación de abandono es una de las emociones más destructivas que existe, tanto para los animales como para las personas, y además luego es muy difícil recomponer.

Por ello, no debemos olvidar la gravedad que constituye el delito de maltrato animal por abandono y empezar a tener en cuenta que los daños que produce no se limitan al ámbito físico. Esta terrible conducta convierte a los animales que ya de por sí son seres vulnerables, en pequeños corazones rotos y vacíos por la falta de empatía y responsabilidad de quien los destruye sin miramientos, a pesar de las consecuencias algunas veces irreparables, que para ellos tendrán.