Gozaremos hoy de la prerrogativa regia de observar el escándalo protagonizado por Iñaki Urdangarín en primera fila, y desde el otro lado del espejo. ¿Cómo se ha recibido en La Zarzuela la implicación del yerno del Rey en una trama de presunto enriquecimiento ilícito con fondos públicos y de evasión fiscal? Con angustia y sensación de acoso, pero prefiero transcribir las palabras exactas. "Los costes de esta situación ya se están produciendo, y los paga la institución monárquica".

–¿Pueden salpicar los problemas penales de Urdangarín a la monarquía?

–Ya nos han salpicado.

En tal caso, la culpa corresponde al como mínimo imprudente Urdangarín. A propósito, no se entrevistó personalmente con el Rey en su visita relámpago a Madrid. Por supuesto, han hablado telefónicamente, y el yernísimo comunicó al palacio que estaba en contacto con un bufete de abogados de Barcelona, para que se encargue de su defensa.

Percibo en La Zarzuela un nerviosismo inusitado, la voluntad de creer en Urdangarín antes que la convicción sobre su inocencia. "Nos ha transmitido tranquilidad", apuntan. En concreto, el empresario favorecido por James Matas le ha comunicado al Rey que "todo está claro y documentado". Nadie acaba de creerle, tampoco en su casa política. La zozobra en palacio se acentúa "porque nosotros no disponemos de la información, no sabemos qué hay".

La situación empeora por la parquedad expresiva de Urdangarín, mientras engorda la investigación sobre sus numerosos cobros. La nota del esposo de la Infanta Cristina sobre su "honorabilidad" se considera insuficiente en palacio. "Es verdad que algo ha dicho, pero algo más habrá que decir".

–¿Se dejará caer a Urdangarín?

–Lo ocurrido pertenece al ámbito de sus actividades personales y privadas. No tiene nada que ver con la Familia, y él también lo tiene claro. Sólo posee un título consorte.

O sea que se dejará caer al Duque de Palma de Mallorca, a falta de medir la altura del batacazo. Entretanto, sorprende el silencio de La Zarzuela, tan fácil de confundir con pasividad. "Estamos obligados a esperar, en una situación incómoda. No queremos hacer pronunciamientos que se entenderían como una injerencia en las diligencias, o como la voluntad de abandonarlo a su suerte. La estrategia es no moverse".

–¿Qué sucederá cuando lo imputen?

–Es mucho peor la situación actual.

La Zarzuela ha perdido la flema. Se han disparado las señales de alarma como nunca antes, incluido el capítulo de las amistades peligrosas del Rey. El palacio se aferra al clavo ardiente del retraso en la imputación, "porque llevamos cinco semanas, y nada". Este rayo de esperanza se contrapone al convencimiento de que el esposo de la Infanta "ya ha sido juzgado y condenado". En efecto, un arponazo a la prensa, pero estamos habituados.

La Zarzuela admite que se halla en un laberinto. "Esto no tiene salida, vamos a estar condenados durante tres años. Si sale exonerado, dirán que ha habido irregularidades y que la justicia no se atreve con los poderosos". Las penas con pan son menos y, al margen del desenlace, Urdangarín se habrá enriquecido en Mallorca hasta comprar tres pisos en Palma, como usted leyó aquí primero. Salvo que fueron en realidad cinco inmuebles, y luego dirán que los periodistas exageran.

Juan José Bestard, director general del Ib-Salut, es el Mourinho del Govern y la pesadilla de Bauzá. El president ya le obligó a restituir personalmente en su cargo al presidente del Colegio de Médicos al que había destituido horas antes, una sublime charlotada. Estos días ha adquirido notoriedad por adjudicarle a Pricewaterhouse dos informes por valor de 370.000 euros, mientras se recortan servicios a los usuarios de la sanidad.

En consonancia con su estilo de gestión, Bestard negó en antena que la contratación llevara su firma, cuando sólo lleva su firma. Sin embargo, una falsedad del director general del Ib-Salut no sería noticia. Aquí nos importa que conoce las virtudes de Pricewaterhouse, porque trabajó en un estudio elaborado por la consultora ahora beneficiada. El mallorquín redactó en el año 2000 el capítulo "Evolución histórica de las transferencias sanitarias" del volumen Transferencias sanitarias, editado por Pricewaterhouse. Todo queda en casa.

Nuestra clarividente imagen de hoy recoge los tamaños proporcionales de los egos de Bauzá y de Rajoy, en el mitin del segundo. Resulta reveladora la boca cerrada del presidente, mientras el president la abre de par en par. No consiguió callar ni en la jornada electoral, y su lengua desatada le ha creado un problema a su partido, al solicitar el voto en el colegio electoral.

Bauzá compitió a lenguaraz con Jesús Murgui. El manifiesto antihomosexual que el obispo de Mallorca obligó a leer en la misa dominical causó honda estupefacción, aunque es un rasgo de inteligencia que los sacerdotes sólo obliguen a casarse a los demás. Aquel pronunciamiento fue una añagaza del prelado, forzada por la necesidad imperiosa de contraprogramar la visita a Mallorca ese mismo fin de semana de José María Setién, el obispo emérito abertzale de San Sebastián. Murgui temía la repercusión política, por lo que inclinó la balanza hacia la Iglesia de ultraderecha. Finalmente, el viaje de Setién a la isla fue más breve de lo previsto, y pasó desapercibido como pretendía el titular de la diócesis mallorquina.

Reflexión dominical reforzada: "La autoconfiaza es especialmente necesaria cuando estamos equivocados".