Llamamos playa a la porción de Mallorca milagrosamente salvada de los hoteleros, que ahora la explotan porque no pudieron explosionarla. La noticia más importante del verano mallorquín recoge las elevadas multas en la Platja de Muro a los comportamientos incívicos, por fin un municipio isleño se toma en serio su única fuente de riqueza. A menudo me preguntan por qué Jordi Pujol se convirtió en el gobernante más longevo de Europa, con un cuarto de siglo en el cargo. Por ejemplo, porque cada año, a principios de julio, se embarcaba en un helicóptero y recorría el litoral catalán al completo, a unos cien metros de altura y a unos cincuenta de la línea de costa. ¿Su mensaje? "Quiero saber si se ven las piedras del fondo del mar". No hace falta agregar que ningún president de Balears ha efectuado ese recorrido minucioso del perímetro de su comunidad, pese a que las playas juegan en el archipiélago un papel más importante que en Cataluña. A cambio, los dos últimos titulares del Govern visitaron Moscú, no siempre para endosar a las arcas públicas los gastos en prostíbulos.

La diferencia entre Cataluña y Balears no viene medida por cuatro poetastros y una fingida pasión por la ópera. Pujol recuerda en sus memorias que la vigilancia aérea del estado de las playas no obedecía a preocupaciones ambientales, sino estrictamente económicas. A continuación, presionaba a los alcaldes para que espabilaran. En Mallorca pretendemos que los turistas paguen doscientos euros diarios por disfrutar de playas en que los nativos han paseado a sus perros la noche anterior, cuando no simultáneamente al baño de los clientes alemanes. Los estudios de gestión del litoral son elaborados por burócratas que ni han pisado la arena en verano, porque hace mucho calor. Aparte de que no se necesitan más informes, bastaría con arremangarse. Omitiremos la bochornosa farsa de las banderas azules, porque hoy nos está quedando un artículo serio, y admitiremos que las playas no preocupan a los políticos mallorquines, porque la mayoría tiene piscina. Sobre todo los de izquierdas.