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Medio ambiente

Megadeslizamientos y tsunamis

Los movimientos de grandes volúmenes de rocas y de sedimentos pueden llegar a tener consecuencias catastróficas

Megadeslizamientos y tsunamis

Los megadeslizamientos en las islas volcánicas son probablemente los fenómenos más espectaculares de la naturaleza dadas las enormes cicatrices que han dejado en las laderas de las principales ínsulas de este tipo del planeta.

Estos gigantescos derrumbamientos del terreno son el resultado del rápido crecimiento en la vertical de las islas volcánicas (la altura total del Teide, por ejemplo, supera los 7.500 metros desde el lecho marino), que a veces pueden desestabilizarse por causa de otros fenómenos naturales como terremotos o erupciones propios del fenómeno volcánico. Son, por lo tanto, procesos intrínsecos y continuados a lo largo de la formación de las islas volcánicas oceánicas.

El pasado geológico de las islas Canarias esconde, al menos, 20 de estos descomunales eventos geológicos. El más reciente se produjo en la isla de El Hierro hace posiblemente unos 80.000 años, en lo que hoy se denomina valle de El Golfo. Investigadores del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), con la colaboración de los del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona (CSIC) y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, ya dejaron constancia de ello en 2016 en la revista Marine Geology, un estudio sobre el inmenso colapso que dio lugar al valle y sus ciclópeos muros de piedra de 1.000 metros de altura.

Los autores estudiaron este deslizamiento en la más joven de las islas de Canarias, utilizando los datos sísmicos proporcionados por el Instituto Geográfico Nacional, las batimetrías y ecosondas realizadas frente a su costa por el Instituto Hidrográfico de la Marina (IHM) y un detallado estudio sobre la geología de las paredes de El Golfo que forman un anfiteatro de 15 kilómetros de amplitud, a partir de la descripción geológica de todos los pozos y galerías de agua almacenada en la base de datos de puntos de aguas de Canarias del IGME.

Los anteriores estudios sobre el deslizamiento de El Golfo, publicados en 2011, lo databan en algún período comprendido hace entre 39.000 y 87.000 años y calculaban que había provocado una avalancha de 150 a 180 kilómetros cúbicos de terreno. Las nuevas investigaciones aportan dos nuevas contribuciones. Por un lado, documentan la presencia de niveles de playa fósiles (todavía sin datar) y plataformas de abrasión marinas sobre la superficie de rotura del deslizamiento, que podrían colocar la edad del deslizamiento en aproximadamente unos 80.000 años, cuando los primeros Homo Sapiens empezaban a abandonar África. Por otro, que el volumen de rocas derrumbadas fue el doble de lo que se estimaba hasta ahora: unos 318 kilómetros cúbicos. Una espectacular cifra, que según la reconstrucción paleogeográfica realizada, significa que este megadeslizamiento hizo desaparecer bajo las aguas el 40% del volumen emergido de la isla de El Hierro. Ese extraordinario deslizamiento ocurrió tras colapsar la ladera norte del volcán de El Golfo, que había crecido durante 400.000 años (entre 550.000 y 158.000) sobre la planicie dejada por otro de hace 600.000 años, el volcán Tiñor.

El megadeslizamiento de El Golfo se produjo como una sucesión de dos colapsos separados solo por un tiempo todavía por determinar, entre prácticamente coetáneos y unos pocos miles de años, que dejaron como huella en el norte de la isla dos anfiteatros naturales superpuestos: el primero arrojó sobre el Atlántico unos 243 kilómetros cúbicos de rocas y el segundo, unos 84 kilómetros cúbicos. Solo el más pequeño de esos colapsos movió repentinamente tanto volumen de material como el que se estima que, en el peor de los casos, expulsó el Vesubio, en la erupción que sepultó las ciudades romanas de Pompeya y Herculano en el siglo I (de 10 a 100 kilómetros cúbicos); o lo que es lo mismo, 55 veces la capacidad máxima del pantano de Mequinenza, el mayor embalse del valle del Ebro (1,53 kilómetros cúbicos).

En este estudio se revisaron las galerías subterráneas en las que se aprecian depósitos marinos posteriores a ese colapso que fueron cubiertos luego por otras erupciones ocurridas en El Hierro. En ellas se encontraron zonas de erosión que les permiten calcular que el deslizamiento de El Golfo sucedió hace entre 23.500 y 82.500 años. Las características de los restos sepultados por la lava llevan a pensar en algún momento de la historia con el mismo nivel del mar que hoy en día, entre las dos últimas glaciaciones, por lo que se considera que lo más probable es que todo ocurriera hace unos 80.000 años.

Los restos submarinos del deslizamiento indican que el volcán de El Golfo generó una avalancha de bloques de roca de hasta 1,5 kilómetros de longitud y 300 metros de altura. En esta zona sumergida de la isla de El Hierro se han detectado posibles restos de deslizamientos más recientes no documentados, con lo que sería posible que el de El Golfo no haya sido el último. Esto explicaría las dataciones ofrecidas por el registro de depósitos submarinos provocados por antiguos tsunamis que se han localizado en los fondos marinos de la isla de Madeira situada al norte del archipiélago español, que sugieren la posibilidad de otro megadeslizamiento en Canarias hace unos 17.000 años.

Finalmente, los nuevos resultados de estas investigaciones arrojan nueva luz en el estudio de los riesgos de tsunami asociados a estos megadeslizamientos. El volumen de rocas involucrado en un deslizamiento es una variable (así como la tipología de la rotura, la velocidad de las rocas y el modo en que se depositan en el fondo marino) para calcular la altura de la ola de un tsunami. En este sentido, los tsunamis derivados de estos megadeslizamientos deberían de ser menos catastróficos de lo que se creía en un principio, ya que se producen en múltiples eventos (de menor volumen) diferidos en el tiempo. En el caso de El Golfo, por al menos por dos colapsos (243 kilómetros cúbicos y 84 kilómetros cúbicos de rocas), que dejaron como huella en el norte de la isla dos anfiteatros naturales superpuestos. Los procesos de construcción (erupciones volcánicas) y de destrucción (deslizamientos) de islas volcánicas oceánicas están íntimamente ligados y son inherentes a su evolución geológica. Precisamente, los deslizamientos de islas volcánicas oceánicas, también llamados colapsos de flanco, son los procesos geológicos de transporte en masa más importantes del planeta, llegando a movilizar algunos más de 5.000 kilómetros cúbicos como en el caso de las Islas Hawái, volumen equivalente a casi cinco millones de estadios de fútbol como el Wanda Metropolitano (1 estadio = 1 millón de metros cúbicos).

Sin embargo, su poder tsunamigénico (de causar tsunamis) es muy controvertido ya que, aunque estos procesos movilizan un volumen importante de rocas, la ola que generaría no sería tan enorme como se pudiera pensar. Precisamente, el artículo publicado recientemente, A new scenario for the mass transport deposits west Canary volcanic province, publicado por investigadores del IGME y del Instituto Español de Oceanografía en la revista científica Earth and Planetary Science Letters, detecta por primera vez en los sedimentos al pie de las Islas Canarias que estos colapsos de flanco no se producen normalmente como un hecho único y aislado en el tiempo movilizando enormes cantidades de roca, sino que se producen de forma multi-episódica. Es decir, a través de varios procesos de deslizamiento y dilatados en el tiempo. No obstante, aunque algunos llegan a generar un devastador tsunami como en el reciente suceso en Indonesia, otros, afortunadamente son tan pequeños como el ocurrido sobre el cono volcánico de Tagoro durante la erupción volcánica de la Restinga en 2011 del que no se detectó ninguna consecuencia.

Y en Balears

Fue en 2011 con el proyecto TRANSFER que se determinó la probabilidad de tsunami por causas sísmicas en Mallorca. "Existe la posibilidad de que un tsunami dañino afecte las costas de Balears aunque su probabilidad de ocurrencia en un futuro inmediato es relativamente baja", afirmó José Antonio Álvarez Gómez, profesor titular del departamento de Geodinámica de la Universidad Complutense de Madrid e investigador del Instituto de Hidráulica Ambiental "IH-Cantabria". Así, en 2003, un terremoto de magnitud 6,9 tuvo lugar en la costa argelina y generó un pequeño tsunami que afectó la costa de Mallorca. A pesar de no ser dañino sí produjo pérdidas importantes, sobre todo debido a efectos de resonancia en los puertos. "En los recientes estudios realizados, como parte del proyecto de investigación europeo, hemos estimado que un escenario posible sería la ocurrencia de un terremoto en el norte de Argelia de magnitud 7,3", explica Álvarez. Este evento tendría capacidad para generar olas que llegarían a las costas meridionales de las islas con alturas superiores a los tres metros y localmente mayores.

Y es que en el caso de que se produjera el sismo en la costa argelina, las olas tardarían 30 minutos en llegar a las costas de Formentera y 45 para llegar a Menorca. A raíz de este proyecto, se contemplaron un total de 22 escenarios, "cada uno de ellos asociado a una falla geológica conocida o probable causante de un terremoto de importancia. Para cada una de estas fallas hemos estimado el terremoto máximo probable que podrían generar y con este terremoto simulamos el tsunami a través del Mediterráneo. Hemos modelado fallas submarinas situadas en el norte de Argelia y fallas submarinas situadas en el Mar de Alborán. Las primeras son las más peligrosas debido a sus características geológicas; las situadas en el Mar de Alborán apenas afectarían a Balears".

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