Os imagináis la típica escena en la que el protagonista se encuentra en un bosque inmenso con árboles altos como rascacielos, una niebla baja y espesa, el eco de algún animal y kilómetros interminables de soledad€ Pues así es como podéis imaginaros las Landas (Nueva Aquitania, al suroeste de Francia). Desde finales de 2015 que me vine a perder en esta región, para acercarme a la frontera española (en el Atlántico).
Para que podáis visualizarlo más detalladamente, la región de las Landas cuenta con el bosque más grande de Francia, lo que la convierte en uno de los pulmones más importantes del país y beneficia de la 3ª costa litoral más larga, después de la Bretagne y Gironde.
Cuando digo que es medalla de bronce en longitud de costa litoral me refiero a que la "Côte d´Argent" tiene una extensión de 106 kilómetros de playa continuada desde Anglet (sur) hasta Soulac-sur-Mer (norte) excepto la bahía de Arcachon. Sus playas son interminables y muy anchas, con arena clara y muy fina, no obstante, aquí no estamos en el Mediterráneo sino en el Atlántico. El agua siempre está muy alborotada, raramente puedes ver el fondo y hay que saber jugar con las mareas. En marea baja todo es más tranquilo y se aprecian leves depresiones del terreno, creando una especie de piscinas naturales llamadas baïnes pero que con la subida de la marea provocan una succión brutal del agua hacia mar adentro provocando las temidas corrientes que cada año cogen desprevenidos a muchísimos bañistas (más de 200 fueron asistidos en 2017).
Soy nadadora desde mi infancia y debo admitir que esto de las mareas me supera: para entrar en el agua debes esperar al buen momento para que la ola no te pegue un revolcón y sabiendo que la temperatura ronda los 18grados en verano, siendo optimistas. Una vez dentro y orgulloso de tu pequeña victoria, te das cuenta de que te mueves; de hecho tienes que estar constantemente pendiente de dónde has dejado tus cosas porque si te despistas al salir del agua igual te has ido 500 metros más para arriba o para abajo. Para salir también es toda una odisea€ "ésta es muy grande€ esperamos a la siguiente; ¡Aisshh! La última era perfecta y la hemos perdido, sigue esperando que vendrá alguna tranquila€. ¡AHORA!". Si escoges bien tu ola con suerte sales con el bañador en su sitio y desfilando; por lo contrario, tienes la voltereta asegurada con algún rasguño y como no espabiles la corriente vuelva a arrastrarte para adentro de nuevo. Es todo un desafío, pero el buen rato está asegurado. Por ello, esta región es mundialmente conocida por la práctica del surf, entre otros deportes acuáticos.
Cuando dejamos el litoral y nos adentramos hacia el interior topamos con el bosque de las Landas de aproximadamente un millón de hectáreas como fuente directa de madera y depurador natural. Como cité al principio, son kilómetros interminables de pinos que en su día Napoleón hizo plantar para que secaran el suelo, cuando la región era una enorme ciénaga. Las pistas para hacer bici de carretera, bici de montaña, trail€ son infinitas y variadas siempre con un denominador común: la arena. Allí donde la naturaleza abunda, la fauna también. Cada vez que cojo la bicicleta o salgo a correr por la zona, es raro no encontrarme con algún jabalí, un corzo, una liebre, un zorro, un tejón, lechuza, faisanes, sapos, ardillas, salamandras€ Todo un zoológico al aire libre.
Dentro de este pinar también se encuentran varios lagos, algunos tan grandes que se confunden con el mar (como el Lago de Hourtin de 56,67 metros cuadrados). En ellos las actividades acuáticas, los campamentos, las vacaciones en familia€ son el menú del día. Se hace hasta extraño vivir en una región donde los franceses vienen de vacaciones porque de hecho, cuando sales de casa tienes la sensación de estar tú mismo de vacaciones. Una sensación similar a la que viven los mallorquines en Mallorca.
