Los carteristas han regresado al centro de Palma y han desplegado en las últimas semanas una frenética actividad delictiva. Turistas desprevenidos y comercios constituyen sus principales objetivos. La llegada de estos delincuentes a Mallorca después del confinamiento y las restricciones sanitarias del coronavirus supone la peor cara de esta vuelta a la normalidad.
Las inmediaciones de la calle Sant Nicolau de Palma es uno de los puntos neurálgicos escogidos por estos delincuentes para actuar. Equipados con gafas de sol, una gorra y una mochila al hombro o un bolso de bandolera, estos malhechores tratan de pasar desapercibidos como si de unos turistas cualquiera se tratara.
Al poco de llegar a su escenario predilecto, la pareja de carteristas escudriña la zona en busca de su víctima potencial. Turistas desprevenidos suponen su víctima preferida. No obstante, también se adentran en las numerosas tiendas de ropa de marcas caras que salpican el lugar.
Bajo un impostado interés en la adquisición de las prendas, estos delincuentes despliegan todo tipo de artimañas, como pedir una talla más, para que el empleado les pierda de vista. Este es el momento propicio para arramblar con todo lo que tienen a su alcance y emprender una precipitada huida.
Silbatos contra los hurtos
Los hastiados comerciantes de la calle Sant Nicolau de Palma han dicho basta. Nada más ver aparecer a las parejas de carteristas que pululan por la zona para tratar de desvalijar a una nueva víctima, soplan sus silbatos al unísono. Al verse descubiertos, los delincuentes no tienen más remedio que emprender la retirada.
«Son una organización criminal. Es un desastre que la imagen que se lleva un turista al venir a Mallorca después de la pandemia sea que le han robado el bolso», apunta Piluca Osaba, dueña de la boutique de su mismo nombre. Teo, de Jorge Vázquez, reclama más vigilancia. «Actúan con total impunidad», subraya.
