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Guardia Civil

Un capitán mallorquín de misión en Senegal

Control de los cayucos y las redes de inmigración ilegal, la pesca furtiva o el tráfico de drogas han acaparado la labor durante cuatro meses del jefe del Servicio Marítimo de Balears en el país africano

Control de cayucos destinados a la inmigración ilegal, persecución del tráfico de drogas o combatir la pesca furtiva. Estas misiones entre otras son la que tuvo que afrontar el capitán mallorquín del Servicio Marítimo de la Guardia Civil de Balears, Elisardo Barrueco (Palma,1962) durante su estancia de cuatro meses en Senegal participando en el Plan Frontex de la Unión Europea.

El aluvión de cayucos, repletos de inmigrantes en situación irregular, que pretendían alcanzar las costas españolas ha remitido notoriamente gracias al Plan Frontex. El capitán Barrueco ejercía la representación mallorquina en la base estable que tiene el Instituto Armado en el país africano.

“La cooperación que se les presta y el apoyo permanente a las embarcaciones del gobierno de Senegal ha conseguido que disminuya mucho el número de cayucos”, puntualiza Barrueco. El mando del Servicio Marítimo de la Guardia Civil en Balears acompañaba a sus homólogos africanos y les aportaban la experiencia y la forma de trabajar en las islas.

“La acogida a la Guardia Civil fue buena”, recuerda el capitán Barrueco. “Colaboraban mucho porque agradecían el servicio que se les presta y el apoyo a sus embarcaciones”, subraya.

No obstante, también se vivieron momentos de tensión durante los meses que Elisardo Barrueco estuvo destinado en el país africano. “Un policía auxiliar nos intentó sustraer efectos del barco. Uno de los tripulantes se dio cuenta de que esta persona estaba en la embarcación que no le correspondía. Trató de huir corriendo, pero se le detuvo”, señala.

La tripulación de las embarcaciones era mixta. Estaba compuesta por seis guardias civiles españoles y tres senegaleses. Uno pertenecía a la Gendarmería, otro a la Policía y el tercero a la Armada.

El francés es una lengua oficial en Senegal. La fluidez con este idioma del capitán Barrueco facilitó sobremanera las comunicaciones y las conversaciones cotidianas. “Todas las mañanas teníamos el ‘briefing’ en francés. Yo lo aprendí en el bachillerato y me ayudó mucho”, recalca.

“Hay mucha labor de información con los que se controlan los cayucos. El control aéreo lo hace un helicóptero de Policía Nacional equipado con cámara, un avión del Ejército del Aire que cubre también Mauritania”, explica. “La Gendarmería senegalesa tiene a gente infiltrada en las redes de inmigración ilegal y abortan la salida de las embarcaciones”.

Mientras la lucha contra las redes mantiene la inmigración ilegal a raya, la pesca furtiva acapara el grueso de las preocupaciones y de las misiones de la Guardia Civil en Senegal. “Hay flota española, pero también van arrastreros chinos y de otras partes del mundo por los ricos bancos que hay allí”.

Aunque la barrera idiomática la superó con creces durante los cuatro meses de estancia, no ocurrió lo mismo con la gastronomía. “¡Sin jamón no puedo estar!”, indica. Y es que Senegal es un país musulmán, donde el cerdo está proscrito.

Miseria en las calles

Más allá del trabajo cotidiano en la misión internacional de Elisardo Barrueco en Senegal, lo que más le impactó durante sus cuatro meses de estancia el año pasado en el país africano -del 27 de junio al 27 de octubre- fue la miseria. “La gente estaba pidiéndote por las calles continuamente. Esto provocó que algunos guardias sufrieran hurtos al descuido”.

El país también sufre algunas enfermedades endémicas, como la poliomielitis, que agudizan más la miseria reinante. “Te encuentras a gente sin brazos en la calle, precisa. La falta de alcantarillado hacía que las calles se llenaran de barro con las lluvias.

Y es que estas enfermedades tropicales también capitalizaban buena parte de los problemas cotidianos para evitar contraerlas. “Nos preocupaba mucho la malaria y la picadura del mosquito anófeles”, abunda. En este sentido, mucho más común era la infección por parásitos intestinales, aunque por fortuna mucho más leve. “La lechuga en el restaurante no la probabas porque sabías que no la lavaban bien. Su sistema sanitario no es bueno”.

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