La Audiencia de Palma ha condenado a diez años de prisión a Jan W., el 'gigante' polaco de casi dos metros de altura y 130 kilos de peso, que fue declarado culpable de un delito de homicidio la semana pasada por parte de un jurado popular por matar a golpes con una barra metálica a un indigente con el que discutió en un asentamiento de chabolas en el barrio de El Amanecer, en la ciudad, en julio de 2014.

La presidenta del tribunal ha impuesto la pena mínima por el crimen, que había solicitado el letrado defensor Fernando Mateas tras el veredicto de culpabilidad, al considerar que es "adecuada y ponderada" a las circunstancias personales del acusado y al hecho. En cuanto a la responsabilidad civil, ha fijado una indemnización de 100.000 euros para los herederos del fallecido, Andrzej Franciszek Fida, también polaco y que tenía cuatro hijos, todos ellos mayores de edad. La magistrada detalla en la sentencia que siempre es complicado valorar una muerte, pero estima proporcionado imponer esa cantidad, correspondiendo 25.000 euros para cada hijo de la víctima.

El tribunal popular que juzgó la semana pasada en la Audiencia de Palma al sospechoso, de 57 años y que permanece preso desde el verano de 2004, apreció la circunstancia atenuante de embriaguez al argumentar que la tarde de los hechos había estado consumiendo bebidas alcohólicas, lo que mermaba levemente sus facultades volitivas e intelectivas.

Según se declara probado, el crimen se produjo sobre las diez de la noche del pasado 11 de julio de 2014, cuando el imputado, Jan W. se hallaba en un asentamiento de chabolas situado en la calle Pere Caffaro, en Palma, en la zona de El Amanecer, donde tiempo atrás estaba ubicado un club de petanca, ahora abandonado. El acusado polaco acudió al lugar para beber alcohol y jugar a las cartas con unos compatriotas que residían allí. Jan W. inició una discusión con Andrzej Franciszek Fida, también llamado Batsa, y en el transcurso de la disputa le golpeó de forma repetida con una barra metálica en diferentes partes del cuerpo y la cabeza.

Según indica la sentencia, el atacante actuó con la intención de acabar con la vida de su oponente y en todo caso aceptando la muy alta probabilidad de que con su acción le produjese la muerte, ya que, estando la víctima en el suelo en estado agonizante pero viendo que todavía se movía, le dijo: "¿Todavía estás vivo?", "¿Aún te mueves?". Y, acto seguido, continuó golpeándole con la barra.

Como consecuencia de la agresión el perjudicado sufrió múltiples heridas como hematomas y contusiones en el rostro, los brazos y el abdomen. También padeció otras lesiones internas en el cerebro como hemorragias, hematoma e infiltrados hemorrágicos. Estas lesiones causaron la muerte casi instantánea a Andrzej, debido a un shock traumático hemorrágico producido por un traumatismo craneofacial, que le causó una intensa hemorragia subaracnoidea. La causa del sangrado fue el desgarro de una arteria no por el traumatismo directo sino por el mecanismo de aceleración desaceleración brusco del encéfalo. Los golpes que propinó el acusado por sí solos no tenían suficiente intensidad para causar la grave hemorragia que provocó la muerte, pero contribuyeron a ella, dada la patología vascular previa que sufría la víctima.