La Audiencia Provincial ha condenado a dos presos por agredirse mutuamente con un botijo roto en la celda que compartían en la cárcel de Palma. Ambos sufrieron diversos cortes en el cuello, las manos y las piernas al atacarse con los trozos del recipiente, que utilizaron a modo de navajas. El fallo impone dos años de reclusión a uno de los acusados y 8 meses al otro, confirmando así la sentencia impuesta por un juzgado de lo penal. Además, ambos deberán indemnizarse por las lesiones y las secuelas que causaron.

Los hechos ocurrieron en 2012 en una celda del centro penitenciario de la carretera de Sóller. Los dos presos que la ocupaban se enzarzaron en una discusión. La pelea verbal fue subiendo de tono y los contendientes comenzaron a propinarse golpes.

Durante la reyerta, uno de los reclusos rompió un botijo de barro que tenían en la celda. El recipiente quedó hecho añicos y los dos internos cogieron algunos trozos y los utilizaron como arma cortante, según considera probado la sentencia. La pelea no tardó en ser descubierta por los funcionarios que vigilaban el módulo, que irrumpieron en la celda y pusieron fin a la reyerta.

Los dos presos sufrieron lesiones de diversa consideración. Uno de ellos presentaba una herida incisa en la cara anterior del cuello en su mitad derecha y precisó varios puntos de sutura, quedándole como secuela una cicatriz. El otro implicado sufrió erosiones en la mano derecha, una herida punzante entre dos dedos y cortes en un tobillo y un brazo. También este recluso necesitó varios puntos de sutura y le quedó una cicatriz como consecuencia de la agresión.

Un juzgado de lo penal de Palma condenó a los dos presos por un delito de lesiones. A uno de ellos, que ya había sido condenado por lesiones en el ámbito familiar, le aplicó la agravante de reincidencia y le impuso 21 meses de prisión, además de obligarle a indemnizar a su rival con 910 euros. El otro acusado fue condenado a ocho meses de reclusión y a abonar 3.100 euros al otro preso.

El recluso que fue condenado a casi dos años de cárcel por estos hechos recurrió el fallo ante la Audiencia Provincial. En su alegato, el hombre explicaba que no había agredido al otro preso y que se limitó a recibir los golpes. Según su versión, los funcionarios del centro penitenciario tuvieron que separarlos porque el otro se había abalanzado sobre él para agredirle. Además, afirmaba que el hecho de no haber sufrido cortes en las manos demostraba que no había empuñado ningún trozo del botijo para atacar a su rival.

La sección segunda de la Audiencia Provincial ha desestimado ahora el recurso. El tribunal entiende que el testimonio de los funcionarios durante el juicio dejó claro que los dos presos estaban golpeándose mutuamente. Así, la Audiencia confirma las condenas impuestas a los dos reclusos.