–¿Lleva la cuenta de los homicidios que ha investigado en Mallorca?

–Sí, unos veinticinco.

–Y de ellos, ¿cuántos están pendientes de resolución?

–Bueno, a mí me gusta hablar de resolución cuando se ha celebrado el juicio y se ha condenado a los culpables. Todos están policialmente resueltos y, hasta ahora, en todos los que se ha celebrado el juicio los acusados han sido condenados. Hay varios pendientes de juicio pero no tenemos ninguno pendiente de detener a los sospechosos. Aunque esto es sobre todo gracias al gran equipo que he tenido en estos años.

–Uno de los casos más llamativos en los que usted participó fue el de Dolores Santiago, cuyo cadáver fue emparedado en el sótano de un hotel, y que no se descubrió hasta 30 años después. Ustedes descubrieron al presunto asesino, pero no pudo ser juzgado porque el delito había prescrito. ¿Le resultó muy frustrante?

–Frustrante no... Nosotros lo que hacemos es cumplir la ley, así que no fue más frustrante que otros temas. Fue más frustrante para los familiares de la víctima. Nosotros hicimos nuestro trabajo hasta donde podíamos llegar.

–También ha participado en la investigación de casos que estaban pendientes desde antes de que usted llegara aquí, como el triple crimen del Rey de la Cerveza, la desaparición de Ángeles Arroyo y la de Ana Eva Guasch. En todos ellos han descubierto a los presuntos culpables, pero en ninguno se ha podido probar la autoría.

–Me habla de tres casos distintos. Cada uno tiene sus particularidades y yo no he participado de forma igual en todos. Concretamente el de Ana Eva fue el que desarrollé más, desde que llegue a esta jefatura, aunque fue tres años después de que ocurriera, con las dificultades que ello conlleva. El de Ángeles Arroyo, en lo único en que yo participé fue el uso de un georradar en una finca, que en su día no se había hecho porque no se disponía de este medio técnico. Este caso sí que está resuelto policialmente y casi me atrevería a decir que judicialmente, lo que ocurre es que no ha aparecido el cadáver... Pero hay testigos de una discusión entre el sospechoso y la desaparecida, de que se introducen en el local de él y se oye una pelea fortísima que acaba de pronto, y desde ese día se cierran las dos tiendas y a ella ya no se la vuelve a ver. Posteriormente, cuando se hace el registro, se encuentra sangre y se demuestra que es el ADN de ella. El sospechoso incluso llegó a estar en prisión preventiva. El problema es que nunca apareció el cadáver. Pero creo que perfectamente se le podría haber acusado, como en el caso de los niños que están desaparecidos en Córdoba, del delito de secuestro por no dar razón del paradero de esta mujer y demostrarse que es la última persona que estuvo con ella. Aunque este caso ocurrió en diciembre de 1996 y creo que esa posibilidad legal no se incluye hasta la reforma de 1997. Pero es un tema que está resuelto tanto policial como judicialmente, hasta el extremo de que si alguna vez apareciera el cadáver, creo que iría a prisión directamente. Es una investigación que estaba muy bien hecha por la Policía.

–Respecto al triple crimen del Rey de la Cerveza...

–También participé muy poco. Fue a raíz de que vinieran policías alemanes con una confidencia que llevó a la detención de una persona, pero no había pruebas contundentes contra él. De los tres casos que me dice, en el que he trabajado más fue en el de Ana Eva, y ya le he dicho en qué circunstancias.

–¿Y cree saber quién es el responsable de la desaparición de la profesora?

–Es un tema sobre el que no puedo hablar mucho. Hay una serie de indicios que apuntan claramente a una persona, pero volvemos a lo mismo: no se ha encontrado el cadáver, no hay una prueba directa, las declaraciones de los testigos no fueron claras...

–En los dos casos, el de Ángeles Arroyo y el de Ana Eva, coincide en que no apareció el cadáver y el sospechoso está libre. ¿Es imposible condenar a un homicida sin el cuerpo de la víctima?

–No, no es imposible. Con una investigación bien hecha y con la suerte de que aparezcan elementos de convicción suficientes para el juez, se puede condenar. Igual no se puede condenar por el homicidio, salvo que haya indicios, como una cantidad de sangre muy grande que te permita estar seguro de que es imposible que esta persona esté viva. Porque tampoco podemos arriesgarnos a que, como ha ocurrido, posteriormente aparezca la persona desaparecida. En casos muy concretos se aplica el delito de secuestro, contra la última persona que ha estado con la persona desaparecida. Es por lo que está ahora mismo en prisión el padre de los niños desaparecidos en Córdoba.

–¿Y realmente resulta tan fácil deshacerse de un cadáver en una ciudad como Palma?

–Eso es algo que depende mucho de la suerte, pero no es tan complicado como puede parecer. Le pongo un ejemplo: aquí en Mallorca se encontró hace un tiempo el cadáver de un hombre que tuvo un accidente y se salió de la carretera y estuvo desaparecido muchísimo tiempo, porque había quedado oculto entre unos matorrales en el monte. O el caso de María Elena Salcedo, que fue asesinada y descuartizada en Palma en 2009. Encontramos el cadáver tres meses después en una finca de Campos, en un sitio donde los vecinos salían a pasear a los perros a diario y nadie se dio cuenta. O recuerde el caso del cadáver que aparecio en el hotel Augusta, que llevaba allí 30 años. Si no hubieran hecho obras, no hubiera aparecido.

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