Conchi, la mujer del hombre asesinado en Son Gotleu, pasó horas de angustiosas dudas sin poder confirmar la identidad del fallecido. Al parecer, cuando ocurrieron los hechos, su marido, Jordi Báez Ripoll, no llevaba encima su documentación y fue identificado provisionalmente a partir de una tarjeta de crédito de su hermano. No fue hasta varias horas más tarde que la mujer tuvo constancia de que la víctima era su marido. Para entonces, visiblemente nerviosa, le había llamado repetidas veces a su teléfono móvil sin éxito. "No lo entiendo, siempre me coge el teléfono".

Jordi Báez murió prácticamente en el acto tras recibir al menos siete cuchilladas en el piso de la calle Málaga, mientras que la otra víctima, la mujer del presunto asesino, fue trasladada en estado crítico hasta el hospital de Son Dureta, donde fallecía poco después.

Cuando los primeros agentes llegaron al domicilio, no encontraron los documentos de identidad del fallecido. Sólo una tarjeta de crédito a nombre de su hermano.

Esa fue la primera identidad que la mujer del hombre asesinado supo, cuando recibió las primeras noticias sobre la muerte de una persona vinculada al restaurante del club náutico del Portitxol. "Ese es mi cuñado", dijo, "pero no puede ser porque está aquí trabajando".

La tarjeta de su hermano

Sin embargo, poco después cayó en la cuenta de que la víctima podría tratarse de su propio marido. "Jordi suele llevar la tarjeta de crédito de su hermano, pero no puede ser..." Durante el rato que siguió la mujer intentó localizar repetidas veces a su marido a través del móvil, sin éxito. "Es muy extraño, porque siempre lo coge. Incluso cuando va en moto, enseguida se para y me contesta. No entiendo qué le puede haber pasado".

Eran aproximadamente las tres de la tarde, cuando el restaurante del club náutico del Portitxol estaba en plena ebullición. "Tendría que estar aquí ya", comentaba la mujer de la víctima. "Ha estado aquí durante la mañana, desde las cinco. A eso de las diez se ha ido a casa, y debería haber vuelto a las dos".

La otra víctima, Ketty Tomala, también estuvo esa mañana en el restaurante. Trabajaba como mujer de la limpieza. Había acudido, al igual que Jordi Báez, sobre las cinco de la madrugada, y se había marchado a las siete. "Me había dicho que a las ocho tenía que entrar a trabajar en su otro empleo, en un supermercado que está en el Rafal".

Un hombre muy conocido

No fue hasta pasadas varias horas que la Policía y los funcionarios del juzgado pudieron determinar de forma fehaciente la identidad del hombre asesinado. A primera hora de la tarde se solicitó la intervención de un psicólogo del servicio de emergencias 112, que se puso en contacto con la mujer y le confirmó sus peores presagios.

Jordi Báez era un hombre muy conocido en la barriada de El Molinar y en Cala Gamba, donde anteriormente regentó también el restaurante del club náutico. Vecinos de El Molinar le recordaban por su activa participación en las fiestas de la barriada, donde en algunas ocasiones había preparado la comida para las celebraciones

La noticia del doble crimen causó también una gran conmoción entre las compañeras de trabajo de la mujer ecuatoriana. Olivia Ketty Tomala llevaba un año y medio trabajando como reponedora y cajera en un supermercado de la calle Aragón, a la altura del Rafal. La encargada del centro se mostró profundamente consternada al conocer la noticia. "Me temía que una cosa así podía ocurrir", comentó, "porque ella ya me había dicho que había sufrido malos tratos anteriormente y que tenía miedo". La encargada dijo que Ketty no faltaba nunca al trabajo, y que precisamente le había extrañado que no hubiera acudido ayer.