Emprendimiento

De robar casas y plantaciones de marihuana a fuente de inspiración

El gerundense Àlex Maneu asegura que los institutos se tendrían que "reformular" porque son una "réplica del trabajo en cadena de las fábricas", donde "nadie nos cuenta que las heridas de la infancia determinarán nuestra vida"

El gerundense Àlex Maneu, de 21 años, en Girona.

El gerundense Àlex Maneu, de 21 años, en Girona. / Marc Martí

M. C.

El gerundense Àlex Maneu no tiene miedo a hablar claro. Después de ser diagnosticado con altas capacidades en 2º de la ESO y creerse que su inteligencia le solucionaría la vida, jugó a traspasar todos los límites. "Me sentía el rey del mundo pero el instituto no me daba herramientas para sentirme lleno, así que dominado por la rebeldía y las hormonas, empecé a robar", reconoce. Su objetivo eran tanto domicilios particulares (donde se llevaba todo lo que tuviera valor, desde joyas a consolas) como plantaciones de marihuana. "Buscábamos terrenos donde había plantaciones y nos lo llevábamos todo para revenderlo", asegura.

El diagnóstico de altas capacidades fue el detonante. Un dardo envenenado en forma de medalla. "Es una de las peores cosas que me ha pasado nunca, soy un fracaso del sistema educativo", sostiene. Y es que en 2º de la ESO empezó a asistir a algunas clases de Bachillerato. "Me sentía invencible y pensé que la delincuencia y el narcotráfico me permitirían tener todo lo que me pudiera imaginar", asegura. "Y como que era 'la hostia' de inteligente, sería inmortal", añade. "Era consciente de que lo que hacía no estaba bien, pero este mundo alimentaba mi ego", asegura. Esta etapa de su vida, que no quiere esconder, se alargó dos años.

Hasta que un comentario de su madre le arrancó la venda de los ojos. "Un día, cenando, mi hermano le dijo a mi madre que no sufriera, que era propio de la adolescencia y que ya se me pasaría, pero mi madre, con una cara de pena que no me podré quitar nunca de la cabeza, le dijo que no, que sabía que yo sería una mala persona", recuerda. "Me quedé atónito, mi madre me veía como un monstruo", sostiene. "Me empecé a preguntar para qué robaba", recuerda. Y la respuesta fue: "Para llenar un vacío que había dentro de mí". Un vacío, asegura, trascendental: "No era nada material, era sobre quién era, por qué estaba aquí, qué quería hacer con mi vida".

Abandonar la delincuencia, confiesa, "es simple, pero no es fácil": "Lo más complicado es que allí tienes toda tu vida, tus expectativas, y lo tienes que destruir todo", asegura. Un paso al lado que hizo de forma progresiva. "Primero dejé de robar, después dejé de estar todo el día en la calle para quedarme a casa, pero me di cuenta de que jugar a la consola y drogarme de vez en cuando era volver a aquella necesidad de llenar un vacío", remarca.

Entonces, decidió buscar una salida "con más sentido". "Un día vi un video en YouTube de un influencer que explicaba cómo ser millonario, esta era la vida que yo quería desde la delincuencia, pero desde un punto de vista más sano y sabio, que era creando empresas", asegura. Entonces empezó a formarse en el mundo de los negocios digitales (en los últimos años calcula que ha invertido más de 35.000 euros en formación). "Fue como un despertar, todo aquello tenía sentido para mí", celebra. Y empezó a emprender, desde crear una página de Instagram en la que ofrecía caricaturas, que subcontrataba a una tercera persona y él se quedaba con el margen a vender (más caras) colonias que compraba a buen precio en Estonia. "Todo fueron fracasos por decisión propia, cuando veía que algo requería demasiado esfuerzo, lo dejaba y buscaba otra cosa", confiesa.

Y decidió atacar a la raíz del problema. "Me adentré en el mundo del crecimiento personal, porque es imposible crear algo grande si no estás completo, si no te has rehecho como persona". "Emprendí un camino interior para ver qué era lo que estaba buscando fuera que no encontraba dentro de mí", recuerda. En este proceso, la meditación fue su gran aliada. Empezó cambiando sus hábitos, desde ir a dormir pronto a comer de forma saludable, pasando por practicar deporte y dedicar tiempo a la lectura. "Son cosas simples que todo el mundo sabe que tiene que hacer, pero que pocas personas hacen realmente", sostiene.

Después de haber conseguido superar todos los obstáculos, ahora quiere compartir sus aprendizajes e inspirar la sociedad para tener una vida llena y no caer en la trampa de la delincuencia. "De momento he empezado haciendo videos a través de las redes sociales, pronto haré un podcast y también quiero hacer conferencias a entidades e institutos", explica. "Quiero que mi experiencia sirva para ayudar a otras personas, que vean que hay otras salidas", añade. Además, también tiene una empresa de marketing digital que diseña contenidos "con sentido" para mejorar la presencia de las empresas en las redes sociales.

Con todo, asegura que los institutos se tendrían que "reformular": "Es una réplica del trabajo en cadena de las fábricas, nadie nos enseña a gestionar las emociones o a ser felices, nadie nos explica que las heridas de la infancia determinarán nuestra vida adulta", asegura. "Tampoco preparan a los docentes para trabajar con alumnos desmotivados, sin propósito", remarca.

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