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Turista bebiendo.neus juaneda

Corresponsal en s'Arenal

No todo vale por la propina

El afán por querer llevarse unos euros de regalo eleva la mala educación de algunos camareros, que incomodan al turista

"O me pides a mí las bebidas o te tienes que ir de esta mesa", le exigía desafiante un camarero a Ralf cuando estaba disfrutando de un wodka con limón en un Biergarten de la Playa de Palma. El turista alemán no entendía que si había pagado esa consumición en ese mismo local, daba igual a quién se la hubiera pedido. El trabajador se lo recriminó porque esa mesa que ocupaba es una fuente de ingresos, pero no para la empresa para la que trabaja, sino para sí mismo. La propina, que algunos empleados olvidan de que es voluntaria, es capaz de sacar lo peor de las personas que la esperan, sobre todo en esta época del año, cuando todos quieren hacer su ´agosto´. Su presión sobre el cliente, que llega a molestarse, es muy alta.

Ralf no tenía nada en contra del camarero, pero prefería pedirle la copa a la mujer de la barra, que siempre le dedicaba una sonrisa a pesar de estar hasta arriba de trabajo. Sobra decir que el germano se tuvo que levantar e irse de esa zona para evitar males mayores, pero seguía sin entender nada. En algunos locales de s´Arenal, llenos de excelentes profesionales, y les aseguro que no es ningún tópico, sobra agresividad para ganar el euro de más, por muy merecido que sea. Una cosa es desear que lleguen turistas de poder adquisitivo alto, a los que quizá les da más igual ser generosos, aunque seguro que hay excepciones, y la otra es estorbar al que, aunque no le pida directamente a él mismo, como le pasó a Ralf, le paga el sueldo consumiendo en su negocio.

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