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Crítica de teatro

Mamás y a papás

Conocimos (aquí en Mallorca) a El Pont Flotant en 2008, cuando nos descubrieron en el Teatre Sans aquella pequeña maravilla, Com a pedres, a la que siguieron, también en el Sans, y en la Fira de Manacor, sus subyugantes Exercicis d'amor (2010). Me alegra lo que no está escrito repetir ahora, nueve años después, lo que en su momento señalé de ellos, y discúlpenme la petulancia de la autocita: frescos, originales, inteligentes, divertidos, emocionantes.

Sin alharacas ni micrófonos ni auriculares ni sofisticaciones electrónicas, ni pretenciosidades, con un par de mesas, unas cuantas sillas y poco más (salvo un breve y muy sugerente fragmento audiovisual, al principio), El fill que vull tindre constituye un excelente ejemplo de experimentación, creatividad y talento en la escena contemporánea. Ser padres, ser hijos, ser abuelos: un filón temático que se toman con mucho humor, con esa capacidad de juego que les caracteriza, con ternura y con encanto y con situaciones y palabras que nos suenan próximas, verosímiles, sinceras, incluso cuando rozan lo surrealista o cuando se sitúan en el terreno de la reflexión. Y eso, sin contar el trabajo previo añadido: el taller, en cada lugar en que actúan, con un grupo de personas de tres generaciones que acompañan en la representación a los tres actores de la compañía valenciana.

Àlex Cantó, Jesús Muñoz y Pau Pons son tres intérpretes sensacionales (más Joan Collado, que aquí interviene en la génesis de la función), y su espectáculo incluye fragmentos e imágenes de una belleza apabullante. No me explico que sólo se haya programado una representación.

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