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Con ciencia

Música

La música quita el miedo a los animales.

Julia Christensen, investigadora que hizo su tesis doctoral en nuestro grupo de investigación de la UIB y ha logrado nada menos que un contrato postdoctoral en el University College de Londres „lo que cabría calificar de la Meca en cuanto a la neuroestética„ me ha hecho llegar un artículo que, de acuerdo con sus propias palabras, quizá sea de interés para mis perros. El artículo ha sido publicado en la revista Physiology and Behavior por el equipo de Neil Evans, profesor del Institute of Biodiversity, Animal Health and Comparative Medicine en la universidad de Glasgow (Reino Unido) y correspondería bastante bien a lo que dice el proverbio popular: la música amansa a las fieras.

Evans y sus colaboradores han estudiado el comportamiento de 50 perros internados en el centro de acogida Scottish SPCA Dunbartonshire and West of Scotland (con las siglas de ARRC, por "animal rescue and rehoming centre"), lo que nosotros conocemos como una perrera sin más al estilo de la que existe en Son Reus. Se trata de animales maltratados, desatendidos o abandonados y, por tanto, con un nivel de estrés considerable. Pues bien, el equipo de Evans ha comprobado que al hacer oír música clásica a los animales durante un periodo relativamente largo „siete días„ su ansiedad y miedo disminuyen. Lo ponen de manifiesto distintos indicadores como son el ritmo cardíaco, la insalivación y la conducta de los animales sujetos del estudio. Pero los investigadores han podido establecer que el mecanismo de respuesta es sumamente complejo: aunque los efectos beneficiosos de la música son bastante inmediatos, se pierden si a los animales se les somete a una misma serie de melodías a lo largo de la semana de experimentación. Con del añadido de que el sexo introduce diferencias; los machos reducen más el estrés que las hembras.

Creo que, pese a las buenas intenciones de Julia, ninguno de los dos perros que tenemos Cristina y yo, Cleo (hembra) y Jack (macho) se interesarán gran cosa por el artículo. Y deberían hacerlo porque ambos habían sido abandonados „la perra, probablemente también maltratada„ y pudimos adoptarlos gracias a que Camila, mi hija, nos dio la pista de Son Reus. Pero hace mucho tiempo que perdieron el estrés de origen y ahora no parecen preocuparse por otra cosa que no sea el salir a correr por el campo o el poder hacerse con alguna que otra galleta en el desayuno.

Es a nosotros y no tanto a los perros a quien nos interesan mucho los resultados de Evans. Aunque me queda una duda acerca de las virtudes terapéuticas de la música. Es una lástima que en el experimento no se introdujese otro tipo de melodías aparte de las muy conocidas de los clásicos más famosos. Me pregunto, por ejemplo, si las baladas o, ya que estamos, el heavy metal „de AC/DC a Metallica„, calmarán a los animales o harán justo lo contrario. Con la hipótesis más inquietante de todas: que les dejen indiferentes.

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