Benjamín Prado publicó en 2006 la novela Mala gente que camina, 70 años después de iniciada una guerra y 30 de una transición que ha tapado muchas cosas, en un país donde hemos cerrado demasiado los ojos. Una España que exportó a otros países como Argentina, Chile o Uruguay prácticas como el canje de niños, arrancados de sus madres perdedoras y entregados en casas de familias decentes. ¿Quién se acuerda de los prisioneros del último campo de concentración que existió en la provincia de Sevilla hasta 1962? ¿Nadie vio cómo y dónde enterraban en las cunetas a los fusilados?¿Y que el año 1974 Salvador Puig Antich moría condenado al garrote vil?
La impunidad se perpetua y el país no avanza, y entonces hay artistas que proponen intervenciones con la idea de público, que buscan provocar un revulsivo.
Un ensayo emocional basado en la reapropiación del tiempo y del espacio es lo que nos propone Ignasi Prat en Addaya. La fotografía atestigua lo que nunca podrá repetirse existencialmente, ya lo decía Roland Brathes, y esta teoría se refiere a la captura, a la fijación de la imagen.
A través de la recreación estética de una residencia particular de un responsable de la represión franquista, Prat compone una instalación que ocupa todo el espacio de la galería. Actos de defunción con la dirección del domicilio que ocuparon, sirvieron de punto de partida al artista para buscar y fotografiar los portales, fachadas y vistas generales de sus domicilios. Un trabajo previo que evidencia la búsqueda del pasado, a la vez el límite residencial, con una doble temporalidad; la del tiempo biográfico de los personajes y las fotografías de las postales con los fantasmas del pasado.
Ignasi Prat congela existencias aceptando que nada se detiene y que todo sigue sucediendo. Una propuesta que escota el universo anímico en un viaje mental y visual. Una cierta ironía en que el objeto juega un papel primordial, pero también el espacio físico y el hecho psicológico, topológico y antropológico.
Ignasi Prat
el món dels vencedors
Addaya Centre d´Art Contemporani. Carrer Alexandre Rosselló, 10, Alaró.
Hasta el 11 de abril.
