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Con ciencia

Perros y gatos (o al revés)

Un perro y un gato. D.M.

La revista Nature ha incluido en su último número un artículo editorial en verdad peculiar. Parte de la distinción que existe entre los que son dueños de perros y quienes tienen, por el contrario, gatos y lleva esas reflexiones hasta el terreno de la ciencia.

El punto de partida será del todo familiar para cualquiera que forme del grupo bien nutrido de ciudadanos que tienen en su casa o bien un perro o un gato. Incluso varios de esos animales, aunque no abundan quienes tienen uno o más de ambas clases. Hay, por así decirlo, dueños de gatos y dueños de perros hasta el punto de que, al perder el contacto personal con un ser muy querido de mi familia que se trasladó a otro lugar rompiendo lazos incluso con sus amigos de Mallorca, una de las cosas que más me extrañó fue ver una foto suya de pantalones bombachos y con su gato en brazos. Lo de los pantalones es harina de otro costal; la perplejidad se refiere a que siempre había tenido perros en casa.

Según asume Nature siguiendo la sabiduría popular, los dueños de gatos tienden a ser neuróticos y a expresar sus emociones mientras que los que tienen perros se muestran más disciplinados y sociables. No existen estudios científicos que apoyen o nieguen tales rasgos de personalidad pero sí, según asegura Nature, un estudio estadístico realizado en 2010 en los Estados Unidos que indica que los accidentes debidos a caídas afectan siete veces más a los dueños de perros que a los de gatos. Como no he leído ese trabajo carezco de medios para tomármelo más o menos en serio pero, teniendo como tengo dos perros „y uno de ellos muy grande- puedo dar fe de que iba a ser muy difícil que las efusiones de cualquier gato me hiciesen rodar por los suelos de la manera como es fácil que me suceda con el perro grande, Jack.

La cuestión científica tiene que ver con los estudios genéticos que se realizan. Los investigadores con gatos domésticos parece que se quejaban del número mucho más grande de estudios llevados a cabo con perros sólo por el hecho de que estos animales les caen mejor a los genetistas. La cosa parece equilibrarse desde que el año pasado se obtuvo el genoma completo del gato; una década después, por cierto, de que el genoma del perro hubiese permitido detectar y combatir enfermedades hereditarias. A partir de ahora, por la cantidad nada despreciable de 7.500 dólares uno puede disponer del código genético completo de su gato. Será a causa de tener dos perros pero mi carácter me lleva a pensar en multitud de cosas que podría hacer con 15.000 dólares y que ellos, los perros, me agradecerían mucho más.

No puedo resistirme a la tentación de terminar esta cuartilla recogiendo la opinión de Winston Churchill recordada por Nature. Quienes no se sientan especialmente atraídos por ninguno de esos dos animales pueden acogerse a su reflexión. "Los perros nos miran desde abajo" „dijo Churchill„ "los gatos, desde arriba". "A mí me gustan los cerdos: nos tratan como iguales".

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