Festival Música Mallorca . Teatre Principal de Palma ****

Philharmonisches Orchester des Staatstheaters Cottbus. Alican Süner, violín. Solistas vocales: Capella Mallorquina. Evan Christ, director. Obras de Lalo y Mascagni.

Si ser consejero del RCD Mallorca es un mérito para presidir un festival de música vamos bien. Bueno, en un país en el que haber dirigido un gimnasio sirve de aval para convertirse en concejal de cultura, tampoco tiene nada de extraño.

Utz Claassen (que en el programa de mano aparece como empresario, científico, autor, consejero de RCD Mallorca) fue presentado como nuevo presidente del Festival Música Mallorca que empezó su décimosegunda temporada el pasado sábado en el Teatre Principal.

Antes de comentar los valores artísticos de la velada (que no fueron pocos) es bueno indicar que estamos frente a un fesTILval. Sí, un ciclo que apoya de manera clara las tres lenguas: el español, el inglés y el€ alemán. Ningún texto en el programa de mano (editado con un barroquismo estético demodé y nada que ver con los que edita el teatro para las temporadas de ópera), ningún currículum, ninguna frase de los discursos iniciales fue dada en nuestra lengua. Si pensamos que el evento viene ¿patrocinado? por el Consell Insular y Ajuntament de Palma, ¿no se debería haber exigido más rigor lingüístico y estético?

La estrella absoluta del concierto fue la versión semiescenificada de Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni. Una ópera deliciosa, llena de música exquisita de principio a fin.

Tanto la orquesta como los solistas estuvieron espléndidos. Todos: Joel Montero, Andreas Jäpel, Debra Stanley, Eva Marie Santana y, por encima de ellos, Mª Luisa Corbacho. Musicalmente y escénicamente de primer nivel. Santuzza resultó muy convincente en los momentos de celos, de ira, de dolor, de rabia, de amor€ La voz de la noche, sin duda.

El coro de la Capella Mallorquina estuvo algo dubitativo. Más en el inicio de la ópera que en el final, como si poco a poco cogiera confianza. No fue el coro que otras veces hemos escuchado. Bien, pero solamente bien.

Antes de la ópera y de forma innecesaria se programó la Sinfonía española de Lalo. Bien interrpetada por un Alican Süner técnicamente perfecto en el violín solista y acompañado por la orquesta de forma correcta.

Pero fue tal el impacto del séptimo (cinco solistas, coro y orquesta) de la Cavalleria que hizo olvidar una primera parte nada despreciable. Un error de programación sin duda. En otro contexto ese Lalo hubiera brillado mucho más. No hacía ninguna falta ofrecerlo como aperitivo de una cena memorable.

(Una observación: en el programa de mano se rogaba a los asistentes no aplaudir entre los movimientos de la sinfonía. Como que no aparecía en catalán nadie supo leer el ruego y, pausa tras pausa, el público aplaudió).