Don Giovanni

cines ocimax (Palma)

Producción de la Royal Opera House de Londres

Fecha: 12/2/2014

Éxito de público en esa nueva convocatoria operístico-musical que permite contemplar producciones internacionales, en directo, a través de la gran pantalla de cine. Esta vez se ofrecía una nueva producción de la Royal Opera House de Londres del Don Givanni de Mozart retransmitida desde el mismo Covent Garden. Producción perfecta y elegante tanto en lo escenográfico como en lo musical.

La utilización del espacio escénico fue estéticamente brillante. Muy original y moderna. A través de diversos elementos técnicos se proyectaban efectos visuales muy llamativos sobre un decorado giratorio de dos niveles y en el que se situaban todas las escenas. Todo lleno de juegos de luces y sombras. Con sobreimpresiones que daban información de lo que pasaba, de lo que se decía y de lo que se cantaba.

Conceptualmente, el director de escena (el danés Kasper Holten, quien ya filmó la misma historia para el cine con el título de Juan, película en la que hace un cameo Plácido Domingo), se permite algunas licencias temporales que nada, o muy poco, afectan a la historia de Da Ponte, como es trasladar la acción al siglo XIX. En cambio sí son trascendentes las miradas, los juegos, la psicología, en definitiva, de los personajes. Trascendencia, pero, hecha con coherencia. Es lícito creer que Don Giovanni siente alucinaciones y que es en su mente, solamente en ella, donde revive el Comendatore. Para Holten Don Giovanni enloquece poco a poco, hasta llegar a un final abierto en el que el espectador puede hacer diversas lecturas.

Por lo que a la parte musical se refiere, espléndidas todas las voces, sin excepción. De hecho no se puede montar un Don Giovanni si no tienes los roles vocales asegurados. Mariusz Kwiecien, que debutó en el Metropolitan de Nueva York justo después de haber sido premiado en Barcelona, es uno de los mejores Don Giovanni actuales. Su saber estar y su voz le permiten vestir el personaje de un particular cinismo. Nicola Luisotti (director titular en San Francisco y Nápoles) entendió el sonido de la orquesta como si de una banda sonora se tratara: estaba ahí, sin notarse demasiado. Posiblemente parte de ese éxito se debió a la sabia utilización del pianoforte en los concertantes.