La Navidad en esta sociedad global sigue teniendo como punto común, cualquiera que sea el país donde se celebra, una festividad muy familiar y llena de nostalgias, a pesar de que en la próxima haya huecos en la cena de Nochebuena o en la comida navideña, incluso en Mallorca, debido a ausencias de algunos miembros vivos, especialmente jóvenes, que se encuentran trabajando en todos los continentes. A esto hay que añadir la cantidad de familias en paro a las que habrá que ayudar, a través de las diversas organizaciones benéficas que están realizando una intensa labor en este sentido. Por eso, una año más, desde que la crisis económica nos está afectando a casi todos, habrá que celebrar una Navidad más austera, dejando de lado los gastos superfluos, e intentando economizar, pero sin renunciar a unos menús acordes con las celebraciones que se acercan, todas con su acento gastronómico. En esa línea son muchas las amas de casa isleñas las que ya buscan ofertas de pescados y mariscos para congelar de cara a las reuniones familiares que a manteles se aproximan, evitando así pagar precios altos por dichas delicias del mar. Lo mismo sucede con ciertas carnes, especialmente aves de corral, si bien este año se nota, especialmente en los pueblos, la vuelta de la cría de pavos, lechonas, faraonas y pollos camperos en el corral.

Como tenemos una sociedad, en Mallorca, bastante mestiza, con presencia de varios miles de residentes extranjeros, la celebración a nivel gastronómico de la Navidad y Año Nuevo posiblemente tendrá enfoques culinarios diferentes, según la procedencia de quienes la celebren. Claro que quienes celebran la familiar cena de Navidad, especialmente los que tienen raíces peninsulares, el menú será a base de pescados, aunque castellanos y vascos lo tienen difícil en lo que se refiere al besugo, antiguo rey de sus mesas en esa celebración, pues debido a la reducción de su captura, especialmente en el Cantábrico, alcanzará precios casi prohibitivos, igual que el marisco gallego, aunque hay buenas alternativas que llegan del Mar del Norte y Groenlandia. El lechazo es otro plato típico de la Navidad del centro peninsular. Y mientras mallorquines de adopción o de raíces foráneas celebran la cena de Nochebuena, las familias isleñas, fieles a sus tradiciones heredadas de sus mayores, se prepararán para la comida familiar navideña, aunque en la víspera, antes de acudir a la Misa del Gallo -práctica que se mantiene, aunque una vez interpretado el canto de la Sibil·la, algunos templos se aligeren de personal-, se darán un resopón de madrugada. En los últimos años, la cena en esa noche de la llegada de Jesús ha ido evolucionando, convirtiéndose también en un motivo de reunión, aunque el menú fuerte se guarda para el día siguiente, por lo que los protagonistas sobre la mesa suelen ser los fiambres, el salmón ahumado y huevo hilado. Todavía hay amas de casa que preparan el fiambre de gallina o de lechona, servidos, también, con huevo hilado. No faltan los fiambres de encargo, dentro de una amplia gama, de elaboración casi artesana, sin dejar de lado los ibéricos. También es una buena velada para saborear unos boulevans de marisco, entre otros bocados. La tradición de tomar en casa chocolate con ensaïmadas y cocas, después de salir de la Misa del Gallo, se sigue manteniendo en muchas familias isleñas.

La sopa y el bullit de Nadal son platos típicos en la mesa navideña mallorquina, teniendo bastantes puntos en común con la escudella, la carn d´olla y la sopa de galets, incluida la pilota, elaborada con diversas carnes. Si bien, en algunas casas señoriales, un vez clarificado con un lienzo el caldo de ave, especialmente realizado con gallina y menudillos variados, se servía un consomé con macarrones finos cocidos. Incluso, a continuación, solía servirse un frito de menudillos de aves. Claro que el plato más esperado en la reunión gastronómica familiar del día de Nadal sigue siendo el asado, especialmente de lechona, aunque también hay hogares que prefieren el de pavo o pava, o ambos a la vez. Asados que encuentran en la salsa de de magrana borda un buen acompañante. Sin necesidad de utilizar el horno, pues se trata de guisados, están el famoso Capó Rey en Jaume y la oca con peras, recetas con cierta tradición en la isla, aunque venidas a menos, También hay quien prefiere un pato a la naranja en la mesa navideña, o si lo consigue, un faisán, también hecho al horno, eso sí, servido con uvas y salsa.

En cuanto a los postres, la Navidad mallorquina tiene una larga tradición golosa, con bastantes recetas, muchas de origen monacal, por lo que no hemos de olvidar las delicias que preparan la religiosas de los monasterios palmesanos de Santa Clara, Santa María Magdalena y de La Sagrada Familia, sin dejarnos las de Ses Monjes des Serral de Inca o de las Benedictinas de Manacor. A pesar de influencias reposteras foráneas, están también los turrones donde la almendra mallorquina domina, seguidos de otras delicias reposteras.

Como estamos en tierra de buenos vinos, éstos, junto a otros foráneos, no podrán estar ausentes de las mesas de Navidad, San Esteban y Año Nuevo. Pensando en el aperitivo, se aconsejan vinos olorosos, blancos tranquilos o espumosos suaves. Pensando en el pescado se pueden servir blancos con cierta crianza, espumosos brut nature o tintos con toques de maduración en barrica. Con los asados y otros platos de carne, serán adecuados los tintos de crianza y reservas, junto a los espumosos con prolongada fermentación y estancia en la cava. Para turrones y repostería, al ser demasiado dulces, en muchos casos, sería apropiado un vino generoso seco. Los vinos golosos quedarán para ahumados, bocados salados y foie, entre otras delicadezas gastronómicas. Para hacer una buena digestión podrán elegir entre una serie de licores mallorquines, especialmente las típicas herbes isleñas, Y recuerden, si beben, no conduzcan.