Debemos empezar por lo menos interesante: el violinista Lorenzo Gugole no tuvo su mejor día, no estuvo fino, que digamos.

Podemos hablar de un correcto sonido, de buena técnica, de muy buena elección de las obras€ sí, de todo eso podemos hablar y bien. Pero por lo que a afinación se refiere, mejor dejarlo para otra ocasión. El sentimiento y la expresión brillaron por su ausencia. En efecto, faltó sentimiento, faltó ese interpretar las cosas más que leerlas o recitarlas simplemente. El violín barroco (Gugole dispone de un instrumento original del siglo XVIII), ya de por sí de sonido y afinación extraños, necesita, para conectar con el público, algo más que técnica. Necesita pasión. Y eso se consigue a través de un viaje en el tiempo y simular que tienes a Haendel a tu lado. Y no todos los violinistas saben o pueden hacerlo.

Dicho esto, demos valor a lo que sí lo tiene: la parte didáctica y pedagógica de la sesión. Una sesión programada a partir de obras desconocidas de compositores, la mayoría hoy olvidados como Johann Jacob Walter, Giovanni Battista Fontana o Georg Muffat, cuyas sonatas merecen formar parte del repertorio habitual.

Haendel con una portentosa sonata (la mejor interpretación de la tarde) y Frescobaldi con una curiosa obra para órgano, fueron los dos únicos referentes populares.

Alabemos, de todas maneras, una vez más, la labor de l´Associació cant i expressió de les Illes Balears, por llevar a cabo la iniciativa de esos conciertos que con el título genérico de Una hora de música antiga, llenan los jueves de septiembre la hermosa cripta de la iglesia de Santa Creu de Palma.

Una hora de música antiga

Cripta de la santa creu de Palma

Lorenzo Gugole, violín barroco.

Marcello Rossi clave y órgano.

Obras de Walther, Frecobaldi, Fontana, Muffat y Haendel.

Fecha: 20/09/12.