Cuántas revoluciones hay que encabezar para ascender a clásico. Donde ´clásico´ es peyorativo para aguijonear a Trueba, el niño que sólo quería crecer, el adolescente sin adular. Idolatró a Billy Wilder desde dentro, en algún momento se le hizo insoportable que le diera órdenes un constructor metido a productor. Sin ladrillo, el adobe de ´Chico y Rita´, la caligrafía que siempre le agradeceremos los amantes del cómic como una de las impúdicas artes. Cuando Trueba se inunda de clasicismo, viaja a Mallorca. Donde recuperas la inquietud, a condición de que no permanezcas en ella demasiado tiempo. La vida es cuestión de dosis.