Isabel dejó de ser Ysabel y la griega de la ´y´ podría tener los días contados. La lengua española hablada por más de 400 millones de personas da un nuevo giro ortográfico, enlatado en criterios de "unificación" y "simplicidad". La próxima edición del manual de ortografía no ha dejado indiferente a nadie. Algunos de los cambios ya se pusieron sobre la mesa en 1999, cuando se actualizó el texto. Otros, sin embargo, han sido tan controvertidos como inesperados, y podrían dar pie a confusiones, han advertido algunos profesores de lengua.

La ´i griega´ pierde su raíz etimológica para convertirse en la letra más sesentera del alfabeto o la más ye yé. Entre las propuestas, la Real Academia de la Lengua Española ha sugerido el uso de la denominación hispanoamericana ´ye´, igual que la ´che´, suprimida definitivamente del alfabeto junto a la ´elle´, para pasar a ser dígrafos (la unión entre dos letras). La RAE propone una sola palabra cada letra, por lo que la ´v´ y la ´b´ en España llamada ´uve´ o ´be´ dan un salto transoceánico para suplantar a la ´v chiquita´ y ´be alta´.

Las palabras monosilábicas dejarán de acentuarse (guion, hui, riais, Sion, truhan, lei...) y los pronombres demostrativos (este, ese, aquel y todas sus nomenclaturas) perderán, igualmente, la tilde, incluso en los casos de posible ambigüedad. También se queda huérfano de ´rabito´ el adverbio sólo, al igual que la conjunción ´o´ cuando va entre cifras (3 ó 4 se escribirá ahora 3 o 4). Y si la tilde pierde protagonismo, la q también desaparecerá de palabras como Iraq (Irak), Qatar (Catar), Quórum (Cuórum), quásar (Cuásar). Quienes prefieran la grafía originaria, tendrán ahora que escribirlas en cursiva y sin tilde como extranjerismos. Otra de las novedades afectará al prefijo ex, que hasta la fecha se escribía separado del sustantivo al que precedía. Ex marido, ex director... formarán una sola palabra, a excepción de aquellas de doble nomenclatura; como ex teniente coronel.

Las voces disidentes no han tardado en salir a la palestra. Aunque nada es definitivo. Cabrá esperar hasta el 28 de noviembre cuando el pleno de las 22 academias ratifique o no las modificaciones en el encuentro previsto México.

Expertos en la materia opinan sobre los cambios propuestos por los académicos. Los hay acérrimos defensores como Laura Camacho, profesora de Filología Española de la UIB. Camacho rechaza los discursos apocalípticos vertidos, en su mayoría, desde la red. "La Academia lo único que hace es reflejar la vitalidad de esta lengua en expansión", afirma. En su opinión, era "absolutamente necesario" puesto que España es sólo una minoría de los hablantes. Para Camacho, la Academia equilibra la balanza para "atender" al resto de hispanohablantes que se ven obligados a seguir una ortografía, cuya lengua oral carece de muchos sonidos que sólo se utilizan aquí. "Responde a criterios prácticos", añade. Pero para ella, hay algo aún más destacado. El nuevo texto contendrá 800 páginas, cuando la anterior no llegaba a las 200. "No sabemos cómo se va a articular", indica aunque aventura un manual más pedagógico y accesible.

Su opinión dista con creces de la que sostiene el escritor José Carlos Llop. No le convencen. "Los modos particulares enriquecen al conjunto", asevera. Ve en la desaparición de la ´i griega´ "un ejemplo más de la terrible pérdida del latín". Eso lo que más le duele, asegura. De hecho, este promete ser uno de los puntos más debatidos. Pep Campillo, profesor de latín, comulga con Llop. "Trunca con toda la etimología" y, por tanto, "identidad de nuestra lengua". Campillo estima que la RAE quiere "simplificar" pero lo hace de forma "precipitada". Otros, sin embargo, como Paula Burguera, jefa del departamento de lengua castellana del Instituto La Ribera, consideran "lógicos" algunos de los cambios aunque habrá casos que darán pie a confusiones, asegura.