Una derrota abultada ante el Barça en el Camp Nou encaja en la rutina previsible. Ahora bien, si te marca un gol Griezmann, que no puede rematar sin permiso expreso de Messi, tienes un problema. Además, fue el Mallorca quien le abrió una autopista al francés en el minuto cinco, después de que los delanteros isleños remataran(?) sendos balones en solitario en el área pequeña como si no fuera con ellos. Al vacío.

El cuarto gol por taconazo de Luis Suárez dará la vuelta al mundo. Sería injusto no reconocer la participación del Mallorca en este remate de billar artístico, al permitir cortésmente hasta tres pases rivales en el área sin obstáculos. Para entonces, el partido ya había degenerado en una exhibición de los Globetrotters, ante un grupo de comparsas que asumieron dóciles su rol de víctimas propiciatorias.

Dónde está el Tsunami Democràtic cuando lo necesitamos. Este cobarde movimiento humoristicoterrorista solo sabotea los partidos que el Barça puede perder en el Camp Nou, con esa regla todos los aficionados somos independentistas. Contra el Mallorca, ni la amenaza de un grito a favor de los presos políticos, para que no peligraran los tres puntos garantizados de antemano.

Habrá que hablar del Mallorca en primera persona, aunque en periodo inicial no lograra ni el gol que sumó a su casillero, porque un rival deformó el remate sin desmerecer a Budimir. Basta de cataplasmas, este equipo huele a Thomas Cook en verano. El sector turístico mallorquín en pleno conocía el destino del turoperador, pero se negaba a aceptarlo. En otoño se derramaron las lágrimas.

Nadie da un paso tampoco para evitar la catástrofe irreversible del Mallorca en su actual configuración, un equipo tremendamente regular que pierde con igual consistencia en el Camp Nou o en Leganés. Dado que el articulismo obliga a construir teorías, apunto que la escuadra se ha armado como un homenaje al entrenador y a los jugadores que lograron un inesperado doble ascenso desde Segunda B a Primera. Es un gesto romántico y enternecedor, pero el desenlace habitual del proteccionismo será el cuarto cambio de categoría en otros tantos años. El Mallorca es el equipo más volátil de España.

Claro que la redacción de deportes lee el párrafo anterior y, como en su juventud todavía creen que hay que saber de fútbol para escribirlo, me recuerdan que el Mallorca ha fichado a decenas de jugadores que ni se han estrenado. Es decir, que son contrataciones indignas de Primera según un entrenador que no los estrena, con lo cual retornamos a la teoría inicial.

El monólogo en el Camp Nou nos recuerda que el deporte de élite es sangriento, según puede afirmar cualquiera que se quedó a sus puertas. Al Mallorca le hubiera convenido más despedir o recolocar a todos los héroes del ascenso, y empezar desde cero. Sorprende la actitud de un propietario que en sus Suns de Phoenix supo fichar al mejor talento para el puesto de director, un tal Ricky Rubio.

El único jugador del Mallorca comparable al base catalán es Ricky Kubio. La última esperanza para la salvación es que el samurai japonés realice una segunda vuelta estilo Etoo, cargándose el equipo a la espalda. Sí, es pedir demasiado. De momento, los mallorquinistas encadenan su segunda racha de tres derrotas consecutivas, con cero puntos en el espacio exterior.