Un ídolo para la afición, un referente para el equipo y el mejor aliado del entrenador en el campo. Salva Sevilla (Berja, Almería, 1984) es el futbolista del año para el mallorquinismo. La influencia del centrocampista en las últimas alegrías del club es indiscutible, tanto como el talento que pasea en todos los campos de la categoría. Ya tiene 34 años, su llegada despertó muchas dudas, pero dieciséis meses después ha conseguido que la afición, como sucedió el pasado viernes ante el Nàstic en Son Moix, se levante de su asiento y aplauda a rabiar.

Hasta llegar a ese momento han tenido que suceder muchas cosas. El 29 de agosto de 2017 fue presentado como futbolista 'barralet' procedente del Espanyol, de Primera División. Su aterrizaje provocó muchos recelos, aunque algunos de ellos estaban justificados después del esperpento que suponía haber bajado a Segunda B. Lo cierto es que bajaba dos categorías, pero eso supuso un reto para el andaluz, que había tenido una buena trayectoria en la elite. "No es un paso atrás", dijo aquel día en el que se puso por primera vez la camiseta de color bermellón. Ahora ya nadie quiere que se la quite, desea que sea eterno.

Salva Sevilla fue determinante en el ascenso. Asumió con naturalidad unos galones que a otro le hubieran pesado mucho. La clave es que jugar en campos como el de Sagunto, Olot o Badalona, entre muchos otros, eran una motivación, un reto que superar, algo que evidencia su talante en un futbolista que se ha cansado de jugar en el Camp Nou, Bernabéu o Pizjuán. No solo bajó al barro, sino que se ensució para lograr subir en Miranda de Ebro.

"Como si tuviera 27 años"

Esta temporada, a pesar de su edad, está demostrando que tiene muchas ganas de fútbol. "Me siento como si tuviera veintisiete", ha afirmado en más de una ocasión. Regresar al fútbol profesional solo ha confirmado que Sevilla está viviendo una segunda juventud. No solo es imprescindible en el Mallorca -1.491 minutos repartidos en diecisiete partidos-, sino que es de los futbolistas más destacados de la categoría. De hecho, a pesar de haber faltado en dos encuentros, por el fuerte golpe en un testículo que recibió en Zaragoza, lidera la Segunda División en la clasificación de máximo asistente, con seis, y de mayor recuperador de balones, con 138, una estadística que evidencia que no solo luce su calidad en el centro del campo, sino que también trabaja al servicio del grupo en las labores de destrucción del juego. Además, es el cuarto, con 990, en el número de pases del campeonato.

Sin embargo, más allá de las estadísticas, Sevilla es el faro del Mallorca. Equilibra al equipo, ralentiza o acelera el juego según convenga y surte de buenos pases a sus compañeros. No marca goles, este curso todavía no se ha estrenado, pero provoca que lleguen. Quizá por eso, de forma espontánea, los seguidores se levantaron y le dedicaron una gran ovación para despedirle cuando le sustituyeron ante el Nàstic. "Ha sido espectacular. Siempre he dicho que la afición me trata de la mejor manera y espero seguir así más adelante", dijo después con su habitual discurso humilde. Sigue pensando en el futuro, la mejor noticia para los bermellones.