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La crónica

Un proyecto acabado

Un Mallorca nefasto despide el año en Son Moix con una clara derrota ante un vulgar Valladolid que aprovechó sus tres únicas llegadas a la portería de Santamaría - La afición fue un clamor al final del partido cantando "Vázquez vete ya"

Toca mover ficha a Maheta Molango. Después de la debacle de ayer ante el Valladolid tendrá muy difícil justificar que mantenga en el puesto a Fernando Vázquez. Caer en casa por 0-3 y después de que todo el estadio, o los que quedaban al final del partido, cantaran un contundente "Vázquez vete ya", el consejero delegado debe tomar medidas de una u otra manera. Es verdad que no toda la culpa es del técnico. Los jugadores tampoco rinden al nivel esperado, pero en el fútbol ya se sabe que es mejor echar a uno que a 22.

Parece como si no hubiera pasado el tiempo en el Mallorca. La de ayer es la historia del último lustro, una decepción tras otra en una institución sin rumbo. Antes, acuciado por los problemas económicos y las luchas internas; ahora, que aparentemente hay dinero, no hay ideas o ganas de hacer un equipo competente, o decente. El partido de ayer se ha visto mil veces: dominio estéril del Mallorca, al que le cuesta un mundo marcar, y errores fatales en defensa. Así se explica la derrota ante un Valladolid que cierra el círculo de los rojillos como locales en 2016. Fue el primer rival del año, allá por el mes de enero (0-1) y el último (0-3).

Cambió varias piezas el técnico mallorquinista con respecto a las últimas jornadas con la excusa de dar entrada a Lekic, a quien solo lanza piropos. El perjudicado fue Lago Junior, un futbolista que, en Son Moix, ofrece su mejor rendimiento. No le salió bien la jugada a Vázquez. Lekic ratificó ayer su condición de suplente, o de revulsivo, si lo prefieren. El serbio se defiende técnicamente, pero tiene un defecto monumental en un delantero: es lento, por lo que casi siempre llega tarde a los balones divididos. Por alto, que debería ser su fuerte, apenas se le vio, ayudado por la decisión de Vázquez de dejarle sin extremos que le surtieran de balones. Todos estos condicionantes llevaron a que se mostrara negado ante portería. El mejor ejemplo se produjo a los 19 minutos cuando Company le puso un buen balón que le dejó solo delante del portero. En vez de rematar, se hizo un lío y solo él sabe lo que prentendía hacer.

La salida del once de Lago también propició la entrada de Damià, después de muchas jornadas en el cuarto oscuro. El joven centrocampista mallorquín fue de lo mejor del equipo antes del descanso. Se movió con soltura junto a Juan Domínguez en el centro del campo. Participativo, siempre pedía el esférico y puso algunos balones más que interesantes, como el que regaló a Lekic a la media hora, pero el disparo del balcánico se encontró con la bota de un defensa.

Tras el descanso, todo cambió para mal en los locales. Al minuto el equipo recibía el primer mazazo en una contra del Valladolid que culminó Jose por la banda de Company, que empezaría a vivir su particular calvario. Con un gol en contra, Vázquez, que siguió el partido desde una cabina al cumplir su segundo partido de sanción, tardó un mundo en realizar cambios. Aunque solo fuera para remover el cesto y sacar algo positivo. El equipo seguía siendo previsible en ataque, lento y con continuos balones colgados al área que eran fácilmente retenidos por Becerra. Casi quince minutos tardaron en entrar Lago Junior y Pol Roigé por Damià y Juan Rodríguez. La idea era clara. Abrir el campo por las bandas, Lekic en medio y Brandon, que fue de más a menos, con libertad. Ni por esas.

Tan centrado estaba el equipo en atacar que descuidó la defensa. A quince minutos del final llegaría el segundo, de Alex López, y en el último minuto el tercero, de Michel, tras superar a un derrotado Company. La afición, como no podía ser de otra manera, estalló y despidió al entrenador con el cántico de "Vázquez vete ya". Hay que esperar ahora qué hace Molango, si hace caso a las peticiones de los aficionados o sigue con su manido discurso de que aquí no pasa nada. Algo ha de ocurrir antes de que sea demasiado tarde.

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