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Campabadal, Sissoko y Company, en un momento del partido del domingo en Almería.lof

El equipo

Culto al resultadismo

Vázquez sacrifica la imagen del Mallorca en aras del marcador acuciado por la necesidad de puntuar - El técnico especuló con el empate en Almería, defendió con ocho futbolistas y culminó el giro conservador que inició con su llegada al banquillo

A grandes males, grandes remedios. La competición se adentra en su tramo decisivo, el Real Mallorca no se libra de las urgencias clasificatorias y Fernando Vázquez se ha entregado al resultadismo puro y duro: puntuar aunque sea a costa de dejar la imagen del equipo por los suelos. En este nuevo orden de cosas no cabe ninguna consideración estética.

El Mallorca rescató en Almería un punto completando uno de los peores partidos desde que descendió a Segunda División. Los bermellones dieron un recital de imprecisiones y pelotazos, y salieron de los Juegos del Mediterráneo con un solo disparo entre los tres palos, un gol y un punto. Máxima rentabilidad para un equipo de mínimos.

El plan de Vázquez funcionó a la perfección: proteger la portería de Cabrero con ocho futbolistas, entregar la pelota al rival y tratar de sorprender a la contra o a balón parado.

Fue una vuelta de tuerca en el giro conservador del técnico gallego. El trivote en el centro del campo ya supuso relegar el fútbol de ataque en beneficio de más seguridad defensiva. Pero en Almería el Mallorca directamente se atrincheró atrás renunciando por completo a generar fútbol.

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Vázquez llevaba tiempo acariciando la idea de que el empate en los Juegos del Mediterráneo era un buen resultado. Y las derrotas el sábado de la Ponferradina y del Huesca, dos rivales directos por la permanencia, no hicieron más que confirmar su teoría. Así que ancló a sus futbolistas en las cercanías del área de Cabrero con el único objetivo de entorpecer el fútbol del Almería.

Ortuño, Salomao y Lago jugaron algo más adelantados para tratar de inquietar a Casto. Llegar al área rival a base de pelotazos es misión casi imposible, pero bastó un disparo entre los tres palos en una acción a balón parado para marcar.

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La vulgarización del Mallorca alcanzó su máxima expresión en los Juegos del Meditarráneo, pero este proceso se inició hace diez jornadas, justo cuando Vázquez llegó al banquillo rojillo. Con el paso de las semanas el grupo bermellón ha perdido identidad, ha retrasado su posición en el terreno de juego y ha despreciado el contacto con la pelota.

Sin embargo, los resultados avalan en parte a Vázquez. El Mallorca ha sumado bajo su dirección cuatro victorias, las mismas que contabilizó en toda la primera vuelta. Aunque no ha servido para abrir una distancia significativa con las posiciones de descenso, al menos el grupo bermellón se mantiene a flote.

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Lo normal es que el conjunto rojillo sea más atrevido el próximo sábado en Son Moix. Jugar en casa obliga a proponer algo de fútbol y tener un mínimo de iniciativa, aunque enfrente esté el Leganés, sorprendente líder de la competición.

Además, especular con el empate puede resultar rentable en los partidos a domicilio, pero en Son Moix la victoria es innegociable para mantener intactas las opciones de permanencia.

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