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La libreta

Reparto de errores

Timon y Aveldaño, ayer en el Tartiere.

El setenta por ciento de los goles se marcan en jugadas cuyo origen se genera en acciones estratégicas a balón parado. Ninguno de los dos tantos que subieron al marcador en el Nuevo Tartiere se produjo así, pero en cambio respondieron minuciosamente a otra de las verdades tácitas del fútbol, aquella que señala estadísticamente que una importante mayoría de ellos vienen de errores cometidos por los defensas. Sin fallos, los porteros recogerían la pelota del fondo de sus metas muchas menos veces. Javi Ros aprovechó uno para adelantar al Mallorca en una de las tres o cuatro ocasiones que creó en un inicio prometedor. Otra equivocación grosera y compartida por Costas, Aveldaño y el guardameta Timon, permitió un empate que refleja los méritos y deméritos del Real Oviedo y su invitado.

Ferrer volvió a remover el guiso pese a su aparente tranquilidad en medio de la mar de fondo que ronronea a su alrededor. En la banda derecha repitió la fórmula del debut, doble lateral, invirtiendo esta vez las posiciones de Company, más retrasado, y Campabadal, por delante. No sirvió de mucho pero arbitró un nuevo dibujo, el tercero en lo que llevamos de Liga, al plantar un 4-1-4-1, con Yuste por delante de la defensa y Javi Ros y Sissoko más adelantados. El cambio surtió efecto durante los primeros minutos en los que, amparado en la velocidad y los movimientos verticales de Moutinho, vimos un esbozo de lo que este equipo debería ser y no es. Luego líneas muy juntitas y conservar un punto ya que no parecía poder conquistar tres. no solo se equivocan los zagueros, sino también los atacantes. Si Bianchi y Edu no hubieran marrado oportunidades clamorosas para sentenciar el resultado, hubiera cantado otro gallo y no precisamente portugués. Pero lo mismo podemos aplicar en el área merengue -color que injustificadamente lució ayer el Mallorca- en un palo de Peña y remates fallidos de Toché, lento e incapaz de revalidar el gol que le regalaron antes del descanso. Así que, como resumen, podemos concluir que ambos equipos repartieron sus desaciertos aceptando una sentencia salomónica que tampoco sirve de mucho y nos remite al optimista que intuye signos de recuperación o al pesimista terco que no aprecia en el enfermo una mejoría notoria y tangible.

Para gustos, los colores y al presidente y dueño del Mallorca no le gusta el rojo. Las redes sociales bullen sacudidas por aquellos que perciben el injustificado cambio de color de las camisetas como un atentado a las señas de identidad del club. Nadie se había atrevido nunca con el rojo de la zamarra, aunque los pantalones fueron en alguna época azules e incluso encarnados. El signo de los tiempos minimiza el grado de gravedad de la ofensa, pero es lo innecesario y gratuito de la medida lo que puede llegar a resultar indignante. El horno no está para cocer más bollos de los que ya rebosan la cesta. La enseña del centenario es colorada. Algo tan tonto puede derivar en un paso más hacia la desafección patente y latente.

En el baloncesto priman los aciertos, aunque también hay errores. Esta semana la presentación del Palma Air Europa, rescata una jornada amorfa tras sendas derrotas del Llosetense, atascado en su bisoñez, y el Baleares a los que esta vez condenaron los detalles. Sólo a fuerza de resultados responderá la afición al deporte de la canasta, que volvió la espalda al Ciutat de Palma amistoso, pero se animará si la travesía que se inició ayer registra pocos altibajos. El proyecto no vende lo imposible. La ACB queda lejos por ahora y nadie se llama a engaño. Es la mejor forma de evitar confusiones que se puedan echar en cara. Sin equívocos.

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