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Análisis

¿Hay alguien limpio de culpa?

Será que los tiempos han cambiado y tirar de la manta sirve para algo más que para ocultar el polvo bajo la alfombra. El fútbol español ha dejado de ser la reserva espiritual del deporte europeo, tal como veníamos sospechando desde hace tiempo.

El amaño, no confundir con el apaño, es tan viejo como la propia competición. El Mallorca, por no huir de le referencia local, registra acusaciones que en su momento no prosperaron. La más reciente la del Levante por el 0-3 de Riazor en mayo del 2005 por la que fue citado el lateral del Deportivo, Romero, en un partido triunfal del japonés Okubo. La más lejana, en Tenerife o Sabadell, con un testigo oculto en el armario de una habitación.

Desde un punto de vista no legal, sino reglamentario, lo más grave es que aunque se descubran y lleguen a probarse casos como el de Osasuna, nunca pasa nada. ¿Cárcel? Sí ¿Y qué?. Si los corruptos deberían ser condenados en primera instancia a devolver el dinero, en las competiciones los perjudicados debieran ser resarcidos del perjuicio sufrido. Que ahora se llegue a conseguir una condena por el Levante-Zaragoza de hace cuatro años, no impedirá que los equipos que descendieron entonces continúen donde están. No hablamos solamente de un presunto delito fiscal por dinero no declarado, si así fuera, sino de la manipulación de un Campeonato con graves consecuencias incluso económicas para sus víctimas.

Para los aficionados navarros ya es triste pagar tanto dinero para terminar en Segunda. ¡Y pensar que Patxi Izco fue un delfín de Villar para presidir un día la propia Federación! Pero, ¿hay alguien limpio de culpa?

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