Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La libreta

De espaldas a la realidad

Karpin observa el encuentro ante la Ponferradina.

El deseo nubla casi siempre la visión de la realidad. El mallorquinismo exige a su equipo lo que probablemente no puede dar y esa presión termina por agotar a unos futbolistas limitados y que nunca se han caracterizado por una personalidad fuerte. Si partimos de la base de que el fútbol, además de un estado de ánimo pasa por una cuestión de gustos, el análisis individualizado de la plantilla puede considerarse injusto en base a la múltiple divergencia de opiniones, pero quizás nos aclare si el bloque que dirige Karpin ha llegado a su máximo rendimiento tal y como nosotros creemos.

La disparidad de ideas en la confección del plantel debido al desconocimiento de Nadal y Aouate, determinó el desequilibrio existente. Un guardameta experto, pero no determinante, Cabrero, y un suplente, Miño, conformista y que puso freno a su proyección. Cendrós, un lateral sin recorrido, vulnerable y precipitado. Truyols, central de buen toque, pero poco contundente. Kasim, solución de última hora falto de minutos en la categoría. Bigas, central aprovechable, aunque quizás sobrevalorado. Agus, pésimo en la salida de balón y despistado a la hora de cerrar espacios. Gulan, inadaptado hasta hace unas jornadas. Saborit, frío en defensa y nada veloz. Joao Víctor, el único capaz de dar sentido al juego, pero muy solo. Bustos, apto para destruir, pero inútil para la creación. Alex Vallejo, no siempre bien posicionado y muy impreciso. Javi Ros, estilo de distribuidor, pero sin cuerpo ni alma. Arana, más pendiente de no caer lesionado, incapaz de progresar por su carril. Markovic, algo de velocidad y sin embargo limitado técnicamente; Fofo, lento, desubicado y algo aturullado. Marco Asensio, el mejor técnica y mentalmente, poco resolutivo y huidizo ante el área. Pereira, cabeza siempre gacha, individualista y sin acabar nada. Assulin, de promesa de la Masía a decepcionante realidad. Scepovic, desgarbado y menos letal de lo esperado, aunque el sistema de juego no encaja con sus características. Abdón, muy verde para Segunda, poca cintura y nulo desmarque. Martí, no pesan los kilos, sino los años. Coeff, no le hemos visto en diecisiete jornadas. Francamente, con estos mimbres pocas cestas se puden fabricar.

Sin criterio deportivo ni transparencia en los despachos, los pitos recibidos por Claassen ayer en la Ciudad Deportiva ratifican el desapego que genera. En cambio los aplausos de los seguidores del Atlético Baleares deberían abrirle los ojos. Su pretensión de ser nombrado consejero delegado con menos votos de los exigidos, dos tercios de los componentes del Consejo, prueba un ansia de poder omnímodo que ni Serra Ferrer se atrevió a ostentar. Al tiempo que cabe felicitar a los oráculos que predijeron su fichaje por el Betis, no nos olvidamos de las tretas del nuevo presidente, esta vez sí designado con arreglo a la normativa. Podrá figurar, pero no decidir sin contar con la fácil aprobación de su esposa y de Juan Barrios, apoderados ambos.

Entre alemanes anda el juego, un dato más relevante que anecdótico. Que los dos clubs de Palma estén en manos de sendos ciudadanos teutones nos impregna de realismo. El Mallorca reúne unas ocho mil almas en torno a un proyecto sin fundamento que está punto de quedarse sin historia. El Baleares, incapaz de conservar su propio e identitario recinto, convoca a mil almas en el mejor de los casos. Lo mejor del mal llamado derbi -al contrario que los de Nico López, los de Olaizola son filiales- fue el comportamiento de ambos, traducido en una deportividad ejemplar. Pero el presente revela la indiferencia mayoritaria de una sociedad ajena al fenómeno futbolístico de su tierra.

Compartir el artículo

stats