Faltó que acompañaran otros resultados en algunos de los campos donde jugaban equipos implicados en la lucha por evitar el descenso, pero ya se sabe que la alegría casi nunca es completa. El Mallorca logró su objetivo, que era sumar los tres puntos ante el Las Palmas, y lo hizo. Más de dos meses después, el conjunto rojillo, liderado ahora por el pundonoroso -dentro y fuera del campo- Olaizola, consiguió la victoria, que le puede dar el pasaporte a seguir en la categoría de plata la próxima temporada.

Triste objetivo, sin duda, pero es lo que hay en estos momentos. Una plantilla diseñada para subir, o por lo menos intentarlo, se ha visto abocada a luchar por no descender. Del todo incomprensible. Ganó el Mallorca, pero lamentablemente también lo hicieron el Girona, Alavés y Real Madrid B, que obligará a los isleños a, al menos, sacar un punto en Córdoba, que se jugará entrar en la promoción de ascenso, o esperar una carambola de resultados que le mantengan en la categoría.

Al final resultará que todo, o casi todo, era cuestión de intensidad, de actitud. Otro gallo cantaría si los jugadores se hubieran empleado durante la temporada con las ganas que pusieron ayer. Lo que Oltra ni Carreras han logrado en nueve meses, Olaizola lo ha conseguido en dos semanas. Ayer sí parecía que el equipo se jugaba algo más que tres puntos. Corrieron como nunca antes en toda la temporada, se emplearon con contundencia en defensa y, por una vez, fueron certeros en ataque. Ante un Las Palmas, todo hay que decirlo, decepcionante. Que este equipo llegara a Palma tercero es la mejor muestra del nivel de la categoría. Y el ascenso del modestísimo Eibar el mejor ejemplo de que el fútbol es una gran mentira, donde, afortunadamente, no siempre gana el que más invierte, sino el que mejor lo hace con los recursos de que dispone.

El partido fue del Mallorca de principio a fin. Dominaba y hasta creaba ocasiones. Agus estrelló el balón en el larguero a los diecisiete minutos, Alex Moreno la tuvo pocos minutos después y Barbosa detuvo un disparo de Nsue. Fueron los tres momentos donde los de Olaizola pudieron desnivelar la balanza. Pero lo cierto es que el resultado seguía siendo el inicial. Por momentos, el partido recordaba al del Eibar, al que se dominó gran parte del encuentro y, al final, dos zarpazos de los guipuzcoanos condenaron a los mallorquinistas. Cuando el árbitro señaló el final de la primera parte, el equipo estaba momentáneamente en descenso. El futuro del equipo, del club, se jugaba en 45 minutos no aptos para cardíacos, como reza el tópico.

Afortunadamente, las cosas se empezaron a arreglar pronto. A los dos minutos de la reanudación, Nsue cabeceó a gol un saque de esquina botado por Martí. Nsue, siempre criticado, marcó un gol que podía valer la permanencia. Y lo hizo muy limitado físicamente, tanto que cinco minutos después fue sustituido por Brandon. El internacional guineano tiene muchos defectos, pero una virtud impagable en el fútbol: es todo corazón. Precisamente Brandon, que debutaba en la Liga con el primer equipo, sería clave en el segundo, de Hemed a los 62 minutos, cuando robó un balón aparentemente intrascendente. El joven jugador la pasó a Alfaro y este al israelí, que batió por bajo a Barbosa. Parecía la sentencia porque el Las Palmas deambulaba sobre el terreno de juego, sin crear ningún peligro en la portería de Aouate.

El partido dejó algunos momentos no menores. Por ejemplo, la retirada de Nunes a los 23 minutos lesionado. Fue el último partido del portugués, al menos en Son Moix, y posiblemente la postrera vez que se vistió de rojillo. Un profesional de cabo a rabo se retiraba entre la ovación de la afición, todavía con el miedo en el cuerpo.

Otro instante fue el grito de los aficionados del fondo norte -un diez para ellos, animando desde el primer minuto- contra la directiva al final del partido. Sumidos en la alegría por una victoria que supone media permanencia, con su ¡directiva dimisión! quisieron dejar claro que no olvidan ni perdonan. Todo indica que el equipo se salvará, pero no debe venderse como una victoria, sino como la historia de un gran fracaso.

El árbitro

Arcediano Monescillo

Sin problemas

Desde el comienzo se mostró implacable a la hora de mostrar tarjetas con el objetivo de cortar el juego duro. Mostró tres en los primeros once minutos y consiguió su objetivo. Bien auxiliado en las bandas en los fueras de juego, estuvo bien en la aplicación de la ley de la ventaja.

Lo mejor

Los tres puntos

Hacía más de dos meses que el Mallorca no ganaba un partido, y necesitaba la victoria más que el comer para quitarse de encima la presión de los malos resultados. Sigue en peligro, pero la victoria de ayer da al equipo unas altas dosis de mantener la categoría.

Lo peor

Los resultados en otros campos

Las victorias del Alavés, Girona y Real Madrid B no es una buena noticia para el Mallorca. Estos tres equipos llegan con opciones a la última jornada y obligan a los rojillos a puntuar en Córdoba.