Durante décadas, especialmente en el apogeo de la expansión turística, el Foro de Mallorca ha sido uno de los referentes del ocio insular. Mientras los turistas se apoderaban de la playa, la Mallorca interior se iba de bodas y comuniones al complejo binissalamer y allí descubría los primeros toboganes de agua, curioseaba con las figuras de cera o tanteaba relaciones en la discoteca. En el lugar quedaba aún espacio para el comercio y una larga variedad de eventos.
Hoy, el Foro de Mallorca, literalmente, se cae. Se desploma ante la pasividad y la apatía de casi todo el mundo. No ha conseguido superar sus aspiraciones de geriátrico de lujo y ni siquiera halla pretendiente para una regeneración inversora en una época en la que todo se compra en Mallorca, hasta los recuerdos y los sentimientos.
Ahí está el quid de la cuestión en el caso del Foro de Binissalem. Permanece a la deriva del expolio y del saqueo. Nadie lo impide y pocos tienen remordimientos ante el incivismo. No es solo cuestión de seguridad o de respeto a la propiedad privada por muy pasiva y enajenada que esté. Es falta de valores patrimoniales, de sensibilidad por lo colectivo y de camuflaje bajo el anonimato irresponsable.
La gente entra al Foro y se lleva lo que le da la gana. La degradación del lugar es lo único que va al alza. Hoy el Foro de Mallorca es el espejo de unos comportamientos sociales y de una práctica nada reconfortante. Es como si la gente quisiera aniquilar los buenos recuerdos y el ocio allí disfrutado. Mala señal cuando una sociedad no se reconoce en sus antecedentes. Sean los que sean.
Los espejos no suelen mentir. La imagen que refleja el entorno del Foro en él es para agachar la cabeza. No dice nada favor de quienes por acción u omisión tienen algo que ver con su estado.