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Lletra menuda

La normalidad pendiente

El de la recogida y transformación de residuos sólidos urbanos suele ser uno de los sectores en el que las condiciones de trabajo, los medios y los salarios siempre flaquean. Esta es la causa por la cual el conflicto se ha instalado de forma latente dentro de él. Sin embargo, es evidente que salarios y elementos de trabajo no pueden ser sinónimo de la materia que tratan y necesitan, sin más demora, su propio reciclaje de utilidad y dignidad. Los ayuntamientos de Mallorca tendrán algo que decir y algo de responsabilidad en la cuestión porque, cuando otorgan concesiones muy a la baja y sin garantías homologadas, están elaborando su propio desperdicio sobre algo tan imprescindible y serio como la eliminación de basuras.

Una amenaza de huelga coordinada se aproxima al verano mallorquín esterilizando solo, de momento, a Palma y Calvià. De no conseguir negociación antes del 22 de agosto, fecha apuntada para el inicio del conflicto, sus resultados son previsibles: acumulación de residuos en las calles pasto del calor, pésima imagen turística, incomodidad para los residentes y, si se alarga la huelga, riesgo para la salud pública.

Todo porque las cuatro empresas afectadas no disponen de tablas salariales comunes, los sueldos básicos no alcanzan los mil euros y los camiones se caen de viejos. Resulta complicado no admitir la justa causa elemental de estas reivindicaciones, pero, sin embargo, la patronal, en su mayoría, se niega a sentarse a negociar. De ahí los preparativos crecientes de una huelga que, de llegar a plasmarse, tendrá graves consecuencias.

Ya se habla de la necesidad de mediación. Lo normal sería que, con la fórmula que fuera, las partes entraran en diálogo y evitaran un conflicto lesivo para todos y normalizaran la recogida de basuras en Mallorca.

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