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Lars Quetglas Olin: "El arte se ha ligado a la cultura y en realidad está unido a los sentimientos"

Quetglas ha regalado a la ciudad de Inca la pintura de un mural que reproduce los gigantes zapateros

Lars y su esposa posan divertidos tras los gigantes. Pep Córcoles

Lars Quetglas (Valldemossa, 1967) es un pintor, afincado en Inca desde hace años, que recientemente ha regalado al Ayuntamiento la pintura de los gigantes zapateros, en un mural con las caras recortadas para que los visitantes puedan hacerse fotos. Quetglas es prácticamente autodidacta.

¿Cómo fueron sus inicios?

Mi padrino, José María Costa, era galerista y mi padre era coleccionista de cuadros y de libros. En mi casa siempre había artistas de visita; Valldemossa es un lugar que atrae al arte. Cuando tenía 15 años, estando en el restaurante de Can Maió, un amigo americano de mi padre, Peter Hoffman, que era fotógrafo, me regaló una caja de acuarelas y me dio unas nociones en una hora. Desde entonces no he dejado de pintar.

¿Se puede vivir de la pintura?

Los hay que viven de ello y los hay que ganan mucho dinero. Yo nunca me he dedicado completamente a la pintura como profesión, pero me encaminé hacia el diseño, la publicidad y otras actividades.

¿No está valorado el arte?

Yo pensaba que sí, pero me di cuenta de que la especulación forma parte de ello. Me di cuenta el día en que un galerista me compró un cuadro pensando en lo que podría valer dentro de 20 años. En Occidente somos así; en la parte del este de Europa se ve de otra forma.

¿Quiere decir que vemos el arte como, valores, dinero...?

Lo que digo es que mucha gente es incapaz de expresar su opinión pensando que no tiene valor. Se ha asociado el arte a la cultura y no tiene nada que ver. La expresión artística está ligada a los sentimientos y no al intelecto. No se puede expresar con palabras; o te gusta o no te gusta. Artista es todo el que crea, puede ser un cocinero o un zapatero

¿Se da cuenta de que el panel de los gigantes que ha regalado probablemente sea su obra más vista por la gente?

Probablemente sea vista por los verdaderos entendidos en arte.

¿Le ha satisfecho pintar a los gigantes de Inca?

Fue un encargo del Ayuntamiento para hacer algo popular, algo para el pueblo; por eso no quise cobrar nada. Los gigantes me motivaron mucho. Dicen que los primeros fueron los de Sóller, en el siglo XVI. Este encargo me ha llevado a querer saber más sobre esta curiosa tradición, investigar y quizá plantearme un proyecto que de momento mantengo un poco en secreto.

¿Ha sido difícil?

Pintarlos no porque existe un modelo. Lo difícil ha sido dejar mi visión personal sobre unas figuras que todo el mundo conoce; pero a mí me ha satisfecho mucho pintarlos y disfruto cada vez que veo a los niños colocarse detrás y asomar la cabeza.

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