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Puertas necesarias para la belleza

Los sistemas de vida y de movilidad social se vuelven complejos, uniformes y masificados hasta el extremo de hacer imprescindible la habilitación de portales para acceder al horizonte y a la belleza que lo decora.

La vista no puede abarcar la inmensidad del paisaje y el encanto disponible desde el mirador del Colomer o el faro de Formentor. El medio ambiente de la Serra y las condiciones de acceso a estos inmejorables balcones del Mediterráneo tampoco pueden soportar el enorme flujo que provoca el reclamo del paisaje inigualable. Son dos imposibilidades incompatibles, mutantes en riesgos evidentes, que se hacía urgente aproximar y arbitrar.

Ayer se estrenó el servicio de bus lanzadera desde Port de Pollença y la playa de Formentor hasta el faro. Mil personas podrán servirse de él a diario hasta el 31 de agosto. Es la alternativa a colas kilométricas provocadas por siete mil vehículos por jornada durante el verano. Los datos y la realidad del entorno y de la carretera hablan por sí solos. Algo se debía hacer.

Formentor no puede ser objeto de exclusión de acceso y disfrute, pero no resulta menos cierto que su realidad no podía seguir difusa en la espesa niebla del estrés, el peligro y el deterioro. Hablamos de normalidad para los residentes, ocio tranquilo para los visitantes y capacidad de integración estable en el medio natural.

Las autoridades resaltan el aporte de comodidad y seguridad que comportan los buses lanzadera. La ordenación y control que facilitan mejoran sin duda los aspectos generales de Formentor y su paisaje humano con respecto al colapso espontáneo precedente. La solución ideal se antoja imposible en tiempos de masificación turística. Vale más un pequeño avance que la nada. Esta primera temporada de bus lanzadera debe ser el avance de mejoras posteriores.

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