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Lletra menuda: En busca de estabilidad necesaria, por Llorenç Riera

Los hoteleros mallorquines se han ganado la fama de considerar el éxito y la sobreabundancia como una situación tolerable. Todo lo que no sea establecimientos a rebosar es tachado, cuando menos, de riesgo de crisis inminente.

En los últimos años no ha habido lamento porque el sector turístico de la isla se ha beneficiado de bienes propios y desgracias ajenas. A la par, se ha modernizado la planta hotelera, se han incrementado los precios y se ha vuelto a convivir con una ecotasa creciente. Al mismo tiempo también, la competencia de toda la ribera mediterránea va reconciliándose con la normalidad y ofrece unos precios inferiores, entre otras cosas, porque la calidad de su servicio turístico es más baja que la mallorquina. Esta es la nueva realidad con la que se deberá aprender a convivir y en la que habrá que buscar la estabilidad porque el sobresalto y la improvisación no son plan de vida y el sector turístico no puede quedarse con la foto fija de su imagen más llorona. De ser así, un día tendrá crisis real y no nos lo creeremos.

En el punto actual de la temporada de este año, los hoteles de Alcúdia y Can Picafort presentan una ocupación del 80 por ciento. Ocurre en las condiciones apuntadas antes a las que algunos observadores añaden todavía hechos puntuales como el mundial de fútbol. La situación es recibida con matices y desigualdad de impresiones. Mientras que para unos no hay motivo de alarma, otros se ponen en sobre aviso porque no quieren que Mallorca pierda la condición de mercado atractivo sin discriminación de clases sociales ni poder adquisitivo. El hecho es que siempre habrá situaciones puntuales por afrontar y que lo vivido en los últimos años ha sido una excepción, incluso agobiante. El futuro pasa por admitir el equilibrio y saber competir con los rivales.

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